Ser indiferente en México ya es una larga tradición, tenemos miedo, estamos asustados o simplemente, no sabemos ni cómo actuar, ni qué hacer. ¿A qué viene todo esto? Es muy complicado que uno sólo se ponga a gritar como loco, todas las cosas que no están funcionando bien; que una sola persona exija lo que mil deben exigir y que una sola persona tenga que cambiar, lo que debe de cambiar en toda una sociedad.
La indiferencia en México es un mal épico y nos causa demasiados problemas y desgracias. Preferimos no decir nada, para evitarnos problemas, para que no nos hagan nada, para… para... cuando necesitamos hablar, no callarnos, y borrar de una vez por todas con lo que nos ha dado en la torre como sociedad.
Les cuento mi experiencia: hace aproximadamente dos años, una chica salió corriendo de una cuadra, iba detrás de un tipejo que la quiso violar. Y nadie corrió atrás del desgraciado éste. Yo estaba en la tienda y cuando se paró la chava a mitad de la calle gritando que ese imbécil la quiso violar, recuerdo que la vi y traía la blusa desgarrada, y un corte en el pantalón.
Para mi carácter y como soy, no lo pensé, me subí a mi bici y lo perseguí, se subió a la banqueta, me subí con todo y bici, no sé ni cómo le hice. Pero recuerdo que me le fui encima, le aventé la bici, yo creo que hasta me salieron alas porque volé —literalmente— y lo tiré al piso. En el momento no me importó lastimarme la rodilla, pero sentí entre felicidad y orgullo de saber que lo habíamos agarrado.
Y ahora ese infeliz está metido en el bote, porque hice algo, no me quedé viendo nada más. Recuerdo que mi mamá casi se infarta cuando le conté y me dijo que, yo qué tenía que andar de metiche y que me hubiera hecho pendeja. Y no, simplemente no puedo. Si puedo hacer algo, lo haré.
Sin embargo muchas veces es más cómodo quedarnos callados, y hacer nada, para evitarnos la molestia.
Sí, el tipejo pudo sacar la navaja que traía y hacerme algo, lo sé, pero no me dio miedo; y ver la cara de la chava, con la ropa rota, la reacción fue inmediata. Y cuando llego a encontrarme a Mariana, de verdad que se siente muy bien que te saluden con tanto gusto. Es cuando dices, valió la pena arriesgarme, traer vendada mi rodilla y correr atrás de un ser humano tan despreciable.
Por esto, entre muchas otras cosas, no puedo comprender un gobierno indiferente, a un empresario que no tenga empatía por quien trabaja con él, un médico que no ayuda, un economista que no haga bien su trabajo, un empleado que no sea responsable y tantas actitudes que como país, como ciudadanos y no pueblo bueno que no es tonto, debemos cambiar.
Si nos unimos para exigirle al presidente, hay que unirse para trabajar, para ser responsables. Si yo le pido a alguien cuentas y que trabaje, es porque a mí me piden lo mismo, yo no puedo por principios, ponérmele al brinco a Calderón y en mi casa y en mi trabajo ser huevona e irresponsable; exigir seguridad si nunca he corrido para agarrar a un infeliz que quiere dañar a otra persona, que, trayendo la navaja, restos de la ropa de la chava, dijo que no era cierto.
Tenemos que replantear mucho, es más demasiado como mexicanos, tenemos que erradicar la indiferencia, intolerancia, flojera y pereza. Y sí, si hay que hacer una denuncia, va, si hay que invertir tiempo para cambiar, va... porque es muy fácil abrir la boca para criticar, pedir, exigir. Pero actuar requiere responsabilidad y saber derechos y obligaciones, ambos se piden y se cumplen a cabalidad.
Por ello, si no nos parecen precios y lo que está sucediendo, es hora de quejarse, hacer lo que se debe de hacer y levantar la voz. Pero también cumplir con lo que nos manda la ley.
La indiferencia en México es un mal épico y nos causa demasiados problemas y desgracias. Preferimos no decir nada, para evitarnos problemas, para que no nos hagan nada, para… para... cuando necesitamos hablar, no callarnos, y borrar de una vez por todas con lo que nos ha dado en la torre como sociedad.
Les cuento mi experiencia: hace aproximadamente dos años, una chica salió corriendo de una cuadra, iba detrás de un tipejo que la quiso violar. Y nadie corrió atrás del desgraciado éste. Yo estaba en la tienda y cuando se paró la chava a mitad de la calle gritando que ese imbécil la quiso violar, recuerdo que la vi y traía la blusa desgarrada, y un corte en el pantalón.
Para mi carácter y como soy, no lo pensé, me subí a mi bici y lo perseguí, se subió a la banqueta, me subí con todo y bici, no sé ni cómo le hice. Pero recuerdo que me le fui encima, le aventé la bici, yo creo que hasta me salieron alas porque volé —literalmente— y lo tiré al piso. En el momento no me importó lastimarme la rodilla, pero sentí entre felicidad y orgullo de saber que lo habíamos agarrado.
Y ahora ese infeliz está metido en el bote, porque hice algo, no me quedé viendo nada más. Recuerdo que mi mamá casi se infarta cuando le conté y me dijo que, yo qué tenía que andar de metiche y que me hubiera hecho pendeja. Y no, simplemente no puedo. Si puedo hacer algo, lo haré.
Sin embargo muchas veces es más cómodo quedarnos callados, y hacer nada, para evitarnos la molestia.
Sí, el tipejo pudo sacar la navaja que traía y hacerme algo, lo sé, pero no me dio miedo; y ver la cara de la chava, con la ropa rota, la reacción fue inmediata. Y cuando llego a encontrarme a Mariana, de verdad que se siente muy bien que te saluden con tanto gusto. Es cuando dices, valió la pena arriesgarme, traer vendada mi rodilla y correr atrás de un ser humano tan despreciable.
Por esto, entre muchas otras cosas, no puedo comprender un gobierno indiferente, a un empresario que no tenga empatía por quien trabaja con él, un médico que no ayuda, un economista que no haga bien su trabajo, un empleado que no sea responsable y tantas actitudes que como país, como ciudadanos y no pueblo bueno que no es tonto, debemos cambiar.
Si nos unimos para exigirle al presidente, hay que unirse para trabajar, para ser responsables. Si yo le pido a alguien cuentas y que trabaje, es porque a mí me piden lo mismo, yo no puedo por principios, ponérmele al brinco a Calderón y en mi casa y en mi trabajo ser huevona e irresponsable; exigir seguridad si nunca he corrido para agarrar a un infeliz que quiere dañar a otra persona, que, trayendo la navaja, restos de la ropa de la chava, dijo que no era cierto.
Tenemos que replantear mucho, es más demasiado como mexicanos, tenemos que erradicar la indiferencia, intolerancia, flojera y pereza. Y sí, si hay que hacer una denuncia, va, si hay que invertir tiempo para cambiar, va... porque es muy fácil abrir la boca para criticar, pedir, exigir. Pero actuar requiere responsabilidad y saber derechos y obligaciones, ambos se piden y se cumplen a cabalidad.
Por ello, si no nos parecen precios y lo que está sucediendo, es hora de quejarse, hacer lo que se debe de hacer y levantar la voz. Pero también cumplir con lo que nos manda la ley.
Más que una libelula, yo veo una leona dormida que todavía nadie le da la oportunidad de demostrar quien es en verdad. Excelentes ideas, escritos, pensamientos. Felicidades por ser quien eres. Un abrazo
ResponderEliminar¡Magnífico recordatorio querida Paty! Esta es una nueva dosis de combustible para tu servidor por la simple y sencilla razón de que no puedo ni debo seguir siendo indiferente.
ResponderEliminarBasta de políticos hocicones, basta de ciudadanos indiferentes y mediocres, basta de discriminación, basta de abuso, etc.
Muchas veces me metí en problemas por hacer lo que tu cuentas. Cuando llegue a este país escuche muchas cosas. "navega con bandera de tonto, hazte pendejo" pero no siempre es posible. hay momentos en que hay que actuar. Te felicito por eso.
ResponderEliminarAquí comento algo de mi visión de México siendo un no nacido en México. Con el título de mi autoría http://wp.me/p17F37-1w
Cuando todos ven al frente, hay que mirar atrás. puede venir un maremoto y nadie lo quiere ver.