El año 2013 va viviendo sus últimos días, y en el camino se
ve la marca, cada vez más cercana, del año 2014. Y no es que pasando de fecha
la vida cambie, y no es que estrenando agenda o calendario, por arte de magia,
seamos mejores, o peores personas; lo que somos, lo llevamos en cada ciclo, lo
cargamos en cada año y por toda nuestra existencia. Sin embargo cada inicio de
año, así como en cada cumpleaños, tenemos unos momentos para reflexionar en
nuestra vida, nuestros ciclos, las lecciones, en las metas pendientes y en las metas
conquistadas.
En lo personal había notado que, cada año se me iba más
rápido, cada ciclo se sucedía uno tras otro acortando su distancia entre uno y
otro vertiginosamente. Y hasta hace algunos meses, me veía en el espejo con
muchas canas, con algunas arrugas, con una vida que con todos sus altibajos, me
parecía triste, gris, sombría, carente de sentido, de rumbo. Era madre sin
serlo, era mujer sin experimentarlo, era hija con resentimientos, familia con
odios. Me estaba enfermando del alma y sin saberlo, muriendo cada día un poco
más. Me estaba volviendo vieja.
Mi día a día eran ataques de pánico, miedo a hacer, salir,
decir, proponer, emprender, actuar, amar, tenía un miedo indescriptible a
vivir, y tenía un horrible temor a morir. No tenía paz. Pero tampoco la daba,
más de una vez me dieron ataques de ira, y también de pánico. Vivir en una
familia disfuncional, ser parte de ella, y no cambiar nada, era todavía peor.
5 años de una demanda laboral que, ya me hartaba el sólo
mencionarla, tanta injusticia y podredumbre de un sistema que agoniza, y sin
embargo se mantiene. 3 años al hilo sin trabajar, sin conseguir un trabajo, frustrada,
sin ver todos los talentos y bendiciones que Dios puso en mí. Qué le faltaba a
ese ser humano lleno de vida e ilusiones hace 30 años, qué me hacía sentir
tan infeliz, teniéndolo todo, teniendo conocimientos, preparación. Se suponía
que todo eso, todo lo que tengo me haría feliz, ¿por qué no lo era?
Poco a poco el año 2013 se perfilaba como el peor año de mi
vida.
En este año vi a mi padre dejar de caminar en menos de 4
meses, diagnósticos que iban desde hernia inguinal, hasta cáncer de colon, con
dudas, con cero certezas hasta que por fin dieron con lo que finalmente puso a
mi padre en una silla de ruedas, un daño severo en las vértebras lumbares con
nervios dañados y funciones vitales comprometidas. Un pronóstico que iba desde
quedar paralítico hasta morir en una cirugía muy delicada, me hizo comprender
que hay cosas que yo no puedo resolver, también supe cuánto amaba a mi padre y,
yo no podía hacer nada, todo cayó, me derrumbé, estuve peor que nunca y un
grito en mi ser, un tanto agonizando y otro poco intentando despertar, emitió un: Dios mío, en ti pongo mi vida y todo lo que amo.
Poco a poco comprendí que hay un momento en la vida cuando todo se trata de poner todo en manos de Dios.
Poco a poco comprendí que hay un momento en la vida cuando todo se trata de poner todo en manos de Dios.
Se acercaba mi cumpleaños 39 y la cirugía de mi padre, sólo
podía rezar, y al paso de los días en mi mente rondaba un pensamiento, de hecho eran muchos: Todas las cosas que de niña soñaba lograr y con el paso de la vida fui olvidando o postergando. Requería lograr esas cosas de las
que un día dije, no puedo morir sin hacer todo esto. Quizá sin quererlo o
queriendo, me programé para esas cosas especiales, iba buscando imágenes de cada
cosa que quería tener en mi lista de cosas por hacer antes de morir y las
posteaba en mi Facebook y en mi Twitter. Incluso dije: este año mis deseos de
cumpleaños son más mi bucket list.
Y los milagros empezaron a suceder.
Al terminar agosto, la cirugía de mi padre salió perfecta,
ninguna de las cosas que habían considerado como riesgos sucedieron, él: el
paciente más grave, de mayor edad, con el peor pronóstico, fue quién salió de
maravilla de la cirugía, se recuperó más rápido y lo dieron de alta muy pronto.
En septiembre con la brújula de mi vida completamente loca,
inestable y sin rumbo; gracias a un coaching ontológico, llegó la
transformación a mi vida. Finalmente sé quién soy,
el propósito de mi vida y de tantas cosas vividas; las experiencias, por fin
sé qué hacer con ellas, dejaron de ser una daga para ser el motor, la fuente de
inspiración y el gran generador de amor en mi vida.
Y hablando de amor, Mr. R esta en mi vida, él, un hombre que
hace que mi mundo sea mejor, que mi alma vibre, estar con él es una experiencia
de amor al cien por cien. El tiempo vuela cuando estamos juntos, me hace reír,
reflexionar, me cuida, es amoroso, leal y no conozco alguien que
tenga ese toque mágico que con un solo beso, hace vibrar todo mi ser. Y lo
maravilloso es que, él siente lo mismo.
Este año he bajado 15 kilos de peso, me siento distinta, me
veo distinta, mi vida la veo con otros ojos. En mi vida hay amor,
prosperidad, abundancia y paz. Y lo que
requiero cambiar, lo haré; lo que requiera tener, lo tendré; confío en Dios y
sé que él me ama tal y como soy y cada oportunidad la tomaré, cada momento lo
viviré si ha de ser, será, depende de mí y de Su voluntad.
2013 ha sido un buen año, el diamante se pulió en un 70%, hay trabajo por hacer y esa es mi oportunidad en cada día que vivo.
2013 ha sido un buen año, el diamante se pulió en un 70%, hay trabajo por hacer y esa es mi oportunidad en cada día que vivo.
Hoy hago votos por que en su vida encuentren plenitud, amor,
paz, armonía; que este 2014 que comenzará en pocas horas, sea fuente de
inspiración y cambio. Que el 2014 sea el año de atrevernos a cambiar. Que luz y serenidad lleguen a su hogar, nuestro país y nuestro mundo, comencemos a generarlo, cada
quien, desde su lugar, con pequeñas acciones. Y al iniciar el año que la visión de su vida sea llevada al
más alto nivel, a su realización plena, pues es con amor, visión y acción que todo se logra.
Transformemos nuestro mundo con nuestro ejemplo, inspiremos a todos los que nos rodean. ¡Feliz Año 2014!
Transformemos nuestro mundo con nuestro ejemplo, inspiremos a todos los que nos rodean. ¡Feliz Año 2014!
En amor, Patt