Tengo una pregunta seria que nadie me ha podido contestar. Si
se odia a toda la Iglesia Católica por los abusos sexuales cometidos contra los
niños ¿Es válido que se odie a la familia como institución por ser la que más
víctimas cobra en este sentido?
En verdad es una duda genuina, ¿Puedo odiar a todas las
familias y a todos los tíos, si mi abusador sexual se dio en el núcleo
familiar? O si alguien fue abusado en una escuela ¿Podemos odiar a todas las
escuelas y a todos los maestros por igual?
Generalmente nadie me contesta, y entonces no puedo evitar
preguntarme ¿Por qué cuando se sabe de un caso de la Iglesia Católica, quieren
desaparecer a la institución? Y en ese proceso catalogan como pederastas a todos
los sacerdotes, a todos los católicos; pero resulta ser que ésta tiene menos
del 0.1% de casos, y sin embargo la familia cuenta con el 45% de abusos
sexuales infantiles, según cifras recientes de la UNICEF.
Así es como en la familia se callan los crímenes más atroces
contra los niños. Y comprendo bien, muy bien que se deba a que la familia, como
tal, es una institución subjetiva. Pero si vamos a jalar parejo contra la
pederastia, es parejo y caiga quien caiga.
Y no dejaré de mencionar que en las escuelas, según los datos
de la misma UNICEF, suceden entre el 10
y 15% de abusos. Si me apego a sus reacciones contra la Iglesia Católica, ¡Desaparezcan
las escuelas también! Califiquen a todos los maestros y maestras de pederastas.
¿O qué, hablar mal de ellos no paga bien? ¿Dónde queda la justicia? ¿Realmente
nos preocupa y ocupa el problema? ¿O es pose?
A mí si me preguntan, ningún pederasta merece perdón. Y en
mi personal opinión, a todos, les debieran dar pena de muerte. Pero eso se debe
a que en este tema, no suelo ser objetiva. Sin embargo, de la misma manera que
se denuncia a un maestro, a un padre o padrastro pederasta, de la misma manera
procede la denuncia para un sacerdote, pastor, o guía espiritual. La Iglesia
deberá dar la sanción correspondiente, así como a la SEP cesar a un maestro
pederasta y a una mujer divorciarse de un padre pederasta. Y a la Ley le
corresponde encarcelar y sentenciar a la persona responsable.
¡Pero qué pasa? Un niño abusado sueña con ver muerto y fantasea
con que todas las calamidades le sucedan a su agresor. Por ello cuando los que
hemos pasado por ello y podemos alzar la voz, no comprendemos por qué en el
caso de la iglesia, o personas famosas, se busca un beneficio económico. Eso no
ayuda en nada, no sana nada, no sirve de nada. Es más ni verlos muertos, ayuda
en nada.
Ahora, en ningún momento digo que se les perdone, no, sólo
quiero hacer notar que, si en un líder espiritual es una aberración, en la
familia es peor, en virtud que tu padre, tío, o familia, está ahí para
cuidarte, y te une un lazo de sangre. Y en mi personal opinión el problema del
abuso sexual infantil tiene o nace de la infinita falta de amor e ignorancia de
los seres humanos. No son las instituciones, es la falta de amor del ser humano.
Desaparecer todas las instituciones eclesiásticas o educativas,
no resolverá el problema, ni matar a todos los padres, padrastros, tíos, hermanos
o familiares; y no se resolverá, no porque yo sea pesimista, sino porque hasta que el
amor cambie nuestra existencia, modifique nuestros aprendizajes dañinos, en breve nuestros paradigmas y actitudes; hasta que se vuelva el motor, el propósito de vida del ser humano, hasta entonces no será posible que esta infamia, deje de cometerse contra los niños. Y como el abuso sexual infantil, también la violencia contra ellos, recordemos casos recientes: Owen y Dominico.
Por ello, de verdad les pido, antes de mandar mensajes de odio contra la iglesia, es hora de sembrar amor, no odios contra nadie. Es hora de saber que, si yo fui víctima, no requiero ser victimario, es hora de romper con el ciclo de daños. Si seguimos en ese camino, nadie se salvaría.
Por ello, de verdad les pido, antes de mandar mensajes de odio contra la iglesia, es hora de sembrar amor, no odios contra nadie. Es hora de saber que, si yo fui víctima, no requiero ser victimario, es hora de romper con el ciclo de daños. Si seguimos en ese camino, nadie se salvaría.
Al menos yo no pude perdonar a quien abusó de mí, que Dios
lo tome en sus manos, y que de mí no se olvide, en mi vida es un capítulo
cerrado; y de ello aprendí justo lo que les acabo de decir. Él muerto y yo
viva, con el mismo sufrimiento. Así no podía seguir mi existencia.
Y no son los demás, no es la institución, no es la religión,
somos nosotros; y desde mi experiencia, en la religión encontré paz, y con
ello, una manera de perdonar y olvidar.
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