Sábado 29 de mayo...
Un día normal, lavando, ordenando, cocinando y en a tarde llevando al hijo al parque en donde leo y conozco historias que pueden ser lecciones de vida.
Un chiquillo de 4 años, con cicatrices en la cara, travieso, despierto pero con ese brillo que da la infancia. Me platicaba que se peleaba mucho con su hermano, que le gustaba mucho andar en bici –maestrazo eh!-, creo que sabe andar mejor que yo en bici. Pero en el alma, me quedó esa sensación de que ese chiquillo, tiene ya una vida difícil. Incluso pensé que las cicatrices son rastros de violencia intrafamiliar. Pero proyectaba ese entusiasmo de que nada lo vencerá. Ojalá que el crímen jamás lo convenza.
Una pareja llegaba caminando, muy amorosos con una bebé de un año y medio quizá menos. Se sientan los padres a besuquearse, casi fajarse; y la niña caminando sola cada vez más lejos de los padres. Cuatro arbustos, tres bancas, seis personas y una oportunidad de lujo para cualquier hijo de la fregada que pueda disponerse a robar a un menor. No pude evitar decirle a la bebé: “nena no te alejes de tu mami, ve a buscarla”, con la voz más fuerte que pude, la mamá dejó de besuquearse y corrió por la niña. Sé que me odió o quizá me agradeció cuando le dije: en esos 30 segundos que tardaste en pararte y venir por tu hija corriendo, pudiste perderla para siempre.
En la banca frente a la mía. Una pareja, lindos ellos, una chica realmente bonita, él, no tan agraciado pero bien bañadito, arregladito, pasaba muy bien los filtros que yo, si fuera la mamá de esta chiquilla, pudiera andar arreglando para ponerle peros para salir con él. Estaban hablando cosas que nunca oí, pero ella estaba risa y risa. Me dieron ternura. Hasta que el muchacho hablo más fuerte que claro a majadería y media. Qué cambió, no supe el cambio, vi a una adolescente desencajada, sacada de onda, una tristeza inmediata; él notó mi mirada inquisitiva que iba de él a ella y en eso pasa una chica con minifalda. Si yo fuera la chica que platicaba con el chico, me paro y lo dejo hablando solo.
En los columpios una madre balanceando a su hijo; en la resbaladilla, unos padres torturando a una niña de menos de un año que no quería que la deslizaran por ese artefacto raro, alto, rojo de fibra de vidrio. Una familia haciendo picnic, una chica entrenando a sus perros, dos parejas de novios, un señor de la tercera edad contemplando todo, y yo jugando con mi hijo…
Regresamos a casa, y no había luz, y desde las ocho de la noche hasta las once, se iba y venía, se iba y venía. En uno de esos trances, regresó como relumbrón, y se quemó el cable del microondas y se quemó la batería del No Break.¡ Y sólo pensaba, todo lo que toca el gobierno lo hace mierda! Me dio un coraje infinito, es más, hasta lloré. Pago impuestos, pago servicios, he hecho todo como se debe de hacer, voy a votar, trato de ser una buena ciudadana, estoy en una asociación para crear conciencia del cuidado de los recursos naturales. Y con un mal manejo de electricidad se me fueron a la basura casi 7 mil pesos. Oh sí, me dolió más el No Break, me costó más de 5 mil pesos, no era cualquier porquería, justo por la marranada de servicio de luz que hay en México. Eso, no es ser mexicano, ni buen gobierno, ni bicentenario. ¡Qué manera de joderle la existencia al pueblo señor gobierno!
¡Bonito sábado!
Domingo 30 de mayo...
Un día extraordinario y hermoso, a diferencia de cómo terminó el domingo, pero total, un domingo en el que los quehaceres domésticos no se acaban. Jugó México y ganó y entre todos decidieron hacer pasta y quiché de espinaca, yo hice la pasta, mi mamá el quiché. Una vez a la semana tomamos refresco, convivimos, pero no importa lo que suceda, mi mamá tiene por deporte insultarme, hacerme sentir una caca con ojos y a mis hermanos los endiosa hasta decir basta. A veces siento que no aguanto y que todos, incluso yo, estaríamos mejor si yo no existiera. Admito que mi hijo me aterriza y me ancla a esta vida. Pero quizá es sólo una prueba para que la vida sepa que sí merezco la vida que está a la vuelta de la esquina, sólo no debo dejarme vencer.
Y ayer en la iglesia, vi a una chiquilla, no más de 13 años debe tener, embarazada, una nena, bebé casi, que la veía todos los domingos ahí, de pronto dejé de verla, y ayer la vi con esa sorpresa. Un bebé jugando a tener un bebé. Su papá es contemporáneo de las parrandas, de las salidas a la disco, negocios, etc.; no puedo imaginarme lo que pensó…, no sé mucho de su historia, ni de la mamá de sus hijos, pero, qué manera de desgraciarse la vida. Me dio mucha tristeza, quisiera poder ayudar más a esas niñas, decirles que no hay urgencia en crecer, ni meterse con chavitos que están más perdidos que un perro en la Merced. Disfrutar cada etapa de tu vida es lo mejor, de verdad que tengo su carita grabada en mi cabeza, con su vestido de maternidad.
Un día normal, lavando, ordenando, cocinando y en a tarde llevando al hijo al parque en donde leo y conozco historias que pueden ser lecciones de vida.
Un chiquillo de 4 años, con cicatrices en la cara, travieso, despierto pero con ese brillo que da la infancia. Me platicaba que se peleaba mucho con su hermano, que le gustaba mucho andar en bici –maestrazo eh!-, creo que sabe andar mejor que yo en bici. Pero en el alma, me quedó esa sensación de que ese chiquillo, tiene ya una vida difícil. Incluso pensé que las cicatrices son rastros de violencia intrafamiliar. Pero proyectaba ese entusiasmo de que nada lo vencerá. Ojalá que el crímen jamás lo convenza.
Una pareja llegaba caminando, muy amorosos con una bebé de un año y medio quizá menos. Se sientan los padres a besuquearse, casi fajarse; y la niña caminando sola cada vez más lejos de los padres. Cuatro arbustos, tres bancas, seis personas y una oportunidad de lujo para cualquier hijo de la fregada que pueda disponerse a robar a un menor. No pude evitar decirle a la bebé: “nena no te alejes de tu mami, ve a buscarla”, con la voz más fuerte que pude, la mamá dejó de besuquearse y corrió por la niña. Sé que me odió o quizá me agradeció cuando le dije: en esos 30 segundos que tardaste en pararte y venir por tu hija corriendo, pudiste perderla para siempre.
En la banca frente a la mía. Una pareja, lindos ellos, una chica realmente bonita, él, no tan agraciado pero bien bañadito, arregladito, pasaba muy bien los filtros que yo, si fuera la mamá de esta chiquilla, pudiera andar arreglando para ponerle peros para salir con él. Estaban hablando cosas que nunca oí, pero ella estaba risa y risa. Me dieron ternura. Hasta que el muchacho hablo más fuerte que claro a majadería y media. Qué cambió, no supe el cambio, vi a una adolescente desencajada, sacada de onda, una tristeza inmediata; él notó mi mirada inquisitiva que iba de él a ella y en eso pasa una chica con minifalda. Si yo fuera la chica que platicaba con el chico, me paro y lo dejo hablando solo.
En los columpios una madre balanceando a su hijo; en la resbaladilla, unos padres torturando a una niña de menos de un año que no quería que la deslizaran por ese artefacto raro, alto, rojo de fibra de vidrio. Una familia haciendo picnic, una chica entrenando a sus perros, dos parejas de novios, un señor de la tercera edad contemplando todo, y yo jugando con mi hijo…
Regresamos a casa, y no había luz, y desde las ocho de la noche hasta las once, se iba y venía, se iba y venía. En uno de esos trances, regresó como relumbrón, y se quemó el cable del microondas y se quemó la batería del No Break.¡ Y sólo pensaba, todo lo que toca el gobierno lo hace mierda! Me dio un coraje infinito, es más, hasta lloré. Pago impuestos, pago servicios, he hecho todo como se debe de hacer, voy a votar, trato de ser una buena ciudadana, estoy en una asociación para crear conciencia del cuidado de los recursos naturales. Y con un mal manejo de electricidad se me fueron a la basura casi 7 mil pesos. Oh sí, me dolió más el No Break, me costó más de 5 mil pesos, no era cualquier porquería, justo por la marranada de servicio de luz que hay en México. Eso, no es ser mexicano, ni buen gobierno, ni bicentenario. ¡Qué manera de joderle la existencia al pueblo señor gobierno!
¡Bonito sábado!
Domingo 30 de mayo...
Un día extraordinario y hermoso, a diferencia de cómo terminó el domingo, pero total, un domingo en el que los quehaceres domésticos no se acaban. Jugó México y ganó y entre todos decidieron hacer pasta y quiché de espinaca, yo hice la pasta, mi mamá el quiché. Una vez a la semana tomamos refresco, convivimos, pero no importa lo que suceda, mi mamá tiene por deporte insultarme, hacerme sentir una caca con ojos y a mis hermanos los endiosa hasta decir basta. A veces siento que no aguanto y que todos, incluso yo, estaríamos mejor si yo no existiera. Admito que mi hijo me aterriza y me ancla a esta vida. Pero quizá es sólo una prueba para que la vida sepa que sí merezco la vida que está a la vuelta de la esquina, sólo no debo dejarme vencer.
Y ayer en la iglesia, vi a una chiquilla, no más de 13 años debe tener, embarazada, una nena, bebé casi, que la veía todos los domingos ahí, de pronto dejé de verla, y ayer la vi con esa sorpresa. Un bebé jugando a tener un bebé. Su papá es contemporáneo de las parrandas, de las salidas a la disco, negocios, etc.; no puedo imaginarme lo que pensó…, no sé mucho de su historia, ni de la mamá de sus hijos, pero, qué manera de desgraciarse la vida. Me dio mucha tristeza, quisiera poder ayudar más a esas niñas, decirles que no hay urgencia en crecer, ni meterse con chavitos que están más perdidos que un perro en la Merced. Disfrutar cada etapa de tu vida es lo mejor, de verdad que tengo su carita grabada en mi cabeza, con su vestido de maternidad.