Desde hace ya tiempo he notado una característica muy mexicana, me atrevería a colocarla en el defecto más grande que tenemos como mexicanos, a últimas fechas agudizado, y es el egoísmo, la gran falla del: “Sólo yo puedo, sólo yo tengo, sólo yo cuento, sólo yo… —Y agregue aquí, querido lector, lo que usted guste, en el ámbito que se imagine, con las personas que quiera— y para quien escribe estas líneas, es especialmente notorio en la política (negocio) de México; ya que sólo un político cree que puede solucionar él sólo con su partido político todos los grandes e innumerables problemas que tiene nuestro país.
Esta característica me asusta, por todas las implicaciones que tiene, en virtud de que un país, no es un partido, no tiene sólo una corriente de pensamiento, y particularmente México, es tan diverso como su gente, su cultura, sus tradiciones, la artesanía, las festividades y sus ritos. Uno de los países más ricos del mundo, que ha sido saqueado desde hace más de 500 años, y aún tiene para seguir produciendo todavía más. Aunque sinceramente, algunas ocasiones no creo que pueda dar más.
A los mexicanos lo que nos pierde es ese maldito “Sólo yo valgo, soy autoridad… etc.” y en este país, con las particularidades que describí y todos sabemos que existen, no queda otra más que trabajar en equipo y olvidarnos del egocentrismo que ha perdido la grandeza mexicana.
Este país merece un esfuerzo mucho más notorio y contundente por parte de la “hipotética” clase política mexicana, la cual, no ha servido para otra cosa más que para joder a todo a aquél que ha vivido, y vive, en Aztlán; volviendo sus posiciones un centro de negocios, dónde el resentido social demuestra una gran falta de cultura, de amor a la patria y conocimiento, incluso, de las leyes que nos rigen; y entonces se vuelve millonario, déspota, desatinando cada paso por la falta tan grande de conocimiento y profesionalización. Donde el ego le manda más que lo que se debe hacer.
En países con mejores gobiernos, primero eres poderoso, persona culta, de dinero y luego entras a los círculos de la política y el poder. En México, primero tienes que ser político, para intentar ser lo demás, y en ese trance, se pierden en los vicios de la corrupción con más facilidad que una persona instruida.
Hace poco leí una frase que decía “Sin poder, no llega la responsabilidad” Yo a esta fallida y absurda frase la corregiría en este sentido: “Quien no conoce la responsabilidad, no debe conocer el poder, el poder sin responsabilidad vuelve a las personas mezquinas y las envilece”. Y un político responsable, puede manejar con cordura el poder, y sabe que el “Sólo yo” nos cuesta mucho y tiene consecuencias nefastas.
¿Por qué digo que el egoísmo político nos cuesta mucho? Porque en ese afán de ser los únicos, de cada quien imponerse a los demás, de no tener la capacidad de conciliar y negociar, existen más de siete partidos políticos en México, y cada uno de esos partidos quiere “salvar” a México de los otros partidos. Cuando México sólo requiere ser salvado de tanta mediocridad política.
Así pues, cada uno de estos múltiples partidos, recibe un gran presupuesto, y gastan millones y millones de pesos, sangrando la economía nacional, contaminando el ambiente, e invadiendo espacios en los medios con sus campañas, debates para ver quién es el menos incapaz y saturando las calles con personajes que nadie, o muy pocos conocemos.
El “Sólo yo” también genera una confusión innecesaria, a veces absurda del electorado. Tantos partidos, tantas caras, tanta basura, tanta información, es imposible que uno pueda decidir con tantas opciones, en un país con una democracia en pañales, y siendo tan inmadura que, ahora, hasta tenemos que votar por alianzas, para que nadie pierda sus millones y a nosotros nos sigan viendo la cara.
Si hay dos corrientes –izquierda y derecha- un político debe tener la habilidad y capacidad de unirse a un equipo de trabajo y aportar, para crecer. Mientras el egoísmo y la falta de voluntad predominen en la política mexicana, la cual no ha sido política sino negocio de gandallas. Todo será pan con lo mismo.
Pregunto ¿No es mejor, tener sólo dos fuerzas principales, donde se aprenda a trabajar en equipo, que siete que sólo han dividido y ni una representa, ni trabaja para la realidad que vive México?
Comprendo que alguien me cuestione por una candidatura ciudadana. Es válida y sí es necesaria, cuando el sistema es lo suficientemente maduro y respetuoso, de cualquier otra forma, la única forma de que sobreviva un candidato ciudadano, es ser apoyado por una fuerza política; o se puede pensar en una tercera fuerza política ciudadana, pero con las mismas facultades, derechos y obligaciones que las otras dos opciones.
Ojalá, al final de este camino, todos entendamos que debemos exigir cambios, no paliativos, no placebos. Se requiere un cambio, y debe de surgir de la sociedad, olvidarnos de una vez y para siempre del egoísmo mortal que nos caracteriza. Si seguimos así, los ególatras políticos mexicanos, jamás van a hacer nada por México, porque no tienen la capacidad de trabajar en equipo. Y como sociedad, no somos capaces de unirnos para darles batalla, para cuestionarlos, para hacerlos que desquiten el sueldo que les pagamos.
Me imagino, sueño a un México en el que sólo dos partidos políticos, quizá tres, sean suficientes, y los recursos que dejen de ocuparse en la competencia de egos y partidos, sean destinados para resolver problemas mayores, tales como que todo mexicano sepa leer y escribir, producir en México lo que consuma su gente, impulsar el turismo y olvidarnos del petróleo.
Quizá, sólo lo imagino… quizá, puede hacerse realidad.
Esta característica me asusta, por todas las implicaciones que tiene, en virtud de que un país, no es un partido, no tiene sólo una corriente de pensamiento, y particularmente México, es tan diverso como su gente, su cultura, sus tradiciones, la artesanía, las festividades y sus ritos. Uno de los países más ricos del mundo, que ha sido saqueado desde hace más de 500 años, y aún tiene para seguir produciendo todavía más. Aunque sinceramente, algunas ocasiones no creo que pueda dar más.
A los mexicanos lo que nos pierde es ese maldito “Sólo yo valgo, soy autoridad… etc.” y en este país, con las particularidades que describí y todos sabemos que existen, no queda otra más que trabajar en equipo y olvidarnos del egocentrismo que ha perdido la grandeza mexicana.
Este país merece un esfuerzo mucho más notorio y contundente por parte de la “hipotética” clase política mexicana, la cual, no ha servido para otra cosa más que para joder a todo a aquél que ha vivido, y vive, en Aztlán; volviendo sus posiciones un centro de negocios, dónde el resentido social demuestra una gran falta de cultura, de amor a la patria y conocimiento, incluso, de las leyes que nos rigen; y entonces se vuelve millonario, déspota, desatinando cada paso por la falta tan grande de conocimiento y profesionalización. Donde el ego le manda más que lo que se debe hacer.
En países con mejores gobiernos, primero eres poderoso, persona culta, de dinero y luego entras a los círculos de la política y el poder. En México, primero tienes que ser político, para intentar ser lo demás, y en ese trance, se pierden en los vicios de la corrupción con más facilidad que una persona instruida.
Hace poco leí una frase que decía “Sin poder, no llega la responsabilidad” Yo a esta fallida y absurda frase la corregiría en este sentido: “Quien no conoce la responsabilidad, no debe conocer el poder, el poder sin responsabilidad vuelve a las personas mezquinas y las envilece”. Y un político responsable, puede manejar con cordura el poder, y sabe que el “Sólo yo” nos cuesta mucho y tiene consecuencias nefastas.
¿Por qué digo que el egoísmo político nos cuesta mucho? Porque en ese afán de ser los únicos, de cada quien imponerse a los demás, de no tener la capacidad de conciliar y negociar, existen más de siete partidos políticos en México, y cada uno de esos partidos quiere “salvar” a México de los otros partidos. Cuando México sólo requiere ser salvado de tanta mediocridad política.
Así pues, cada uno de estos múltiples partidos, recibe un gran presupuesto, y gastan millones y millones de pesos, sangrando la economía nacional, contaminando el ambiente, e invadiendo espacios en los medios con sus campañas, debates para ver quién es el menos incapaz y saturando las calles con personajes que nadie, o muy pocos conocemos.
El “Sólo yo” también genera una confusión innecesaria, a veces absurda del electorado. Tantos partidos, tantas caras, tanta basura, tanta información, es imposible que uno pueda decidir con tantas opciones, en un país con una democracia en pañales, y siendo tan inmadura que, ahora, hasta tenemos que votar por alianzas, para que nadie pierda sus millones y a nosotros nos sigan viendo la cara.
Si hay dos corrientes –izquierda y derecha- un político debe tener la habilidad y capacidad de unirse a un equipo de trabajo y aportar, para crecer. Mientras el egoísmo y la falta de voluntad predominen en la política mexicana, la cual no ha sido política sino negocio de gandallas. Todo será pan con lo mismo.
Pregunto ¿No es mejor, tener sólo dos fuerzas principales, donde se aprenda a trabajar en equipo, que siete que sólo han dividido y ni una representa, ni trabaja para la realidad que vive México?
Comprendo que alguien me cuestione por una candidatura ciudadana. Es válida y sí es necesaria, cuando el sistema es lo suficientemente maduro y respetuoso, de cualquier otra forma, la única forma de que sobreviva un candidato ciudadano, es ser apoyado por una fuerza política; o se puede pensar en una tercera fuerza política ciudadana, pero con las mismas facultades, derechos y obligaciones que las otras dos opciones.
Ojalá, al final de este camino, todos entendamos que debemos exigir cambios, no paliativos, no placebos. Se requiere un cambio, y debe de surgir de la sociedad, olvidarnos de una vez y para siempre del egoísmo mortal que nos caracteriza. Si seguimos así, los ególatras políticos mexicanos, jamás van a hacer nada por México, porque no tienen la capacidad de trabajar en equipo. Y como sociedad, no somos capaces de unirnos para darles batalla, para cuestionarlos, para hacerlos que desquiten el sueldo que les pagamos.
Me imagino, sueño a un México en el que sólo dos partidos políticos, quizá tres, sean suficientes, y los recursos que dejen de ocuparse en la competencia de egos y partidos, sean destinados para resolver problemas mayores, tales como que todo mexicano sepa leer y escribir, producir en México lo que consuma su gente, impulsar el turismo y olvidarnos del petróleo.
Quizá, sólo lo imagino… quizá, puede hacerse realidad.
ese problema no solo es de mexico, eso es mundial...
ResponderEliminarsaludos desde honduras...
cuando se trabaja en equipo el que más sabe lo hace todo y los que no supervisan y pagan material para no perder puntos.
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