lunes, 30 de mayo de 2011

¿El principio del final?

Ultimamente no sé muy bien cómo sentirme, sé que tienes razón en algunas cosas, pero en otras no. Cómo explicar lo que siento, cuando todo lo que me has dicho en hechos es nada, y lo que has prometido se resume en quizás.
¿Qué me pongo?, ya tengo que arreglarme hay que irnos a la fiesta a las seis. Dios mío, por qué me siento así, por qué hoy?


Y me dices posesiva, seis meses sin verte y ahora soy posesiva. Aguantándote tu frase “Hay más tiempo que vida” Quisiera preguntarte ¿cómo lo sabes, cómo sabes que hoy alguno de los dos vivirá o morirá?.
¡Los zapatos, caray!, supongo que los blancos, quedan bien, el taconcito esta cómodo, están lindos. Si.


No me explico por qué, lo que hago, lo que digo y lo que siento por ti, no ha sido suficiente para que ese “ninguna distancia será mucha para verte” y el “Soy tan real como lo que ven tus ojos” dejen de ser palabras.
Hoy me pondré ropa interior, como si lo fuera a ver… ¿me pondré lo que me compré para él? ¡Sí! Después de todo, no creo que nadie me haga caso en la fiesta, pero me voy a sentir muy sexy con esto.


Por qué, no puedo entender por qué, habiéndote sorprendido tanto, cuando me empezaste a conocer… la sorpresa no ha dado, para que me regales tiempo.
Tocan el timbre, ya llegaron, y es hora de irse a divertir.


Y si, a veces te escribo mensajes, que termino borrando, porque… no sé por qué. Marco hasta el último número de tu celular y cuelgo sin hacer la llamada, porque no te quiero interrumpir. ¡Aunque muero por que tú me interrumpas cuando quieras!
Bueno, al menos hay dos tres personas que sí conozco, está mi comadre Alejandra, y… ¡y quién es ese chico!


Eres mi primer pensamiento cuando amanece, y el último pensamiento al dormir.
Ojalá me sacara a bailar, pero no creo, con esta suer… —¿Quieres bailar?—, —¡Claro!—.


¿Qué estarás haciendo?
Comenzamos a bailar, a reír, entre platicar y seguir bailando —Vente, vamos al jardín—, como zombi, entre mis pensamientos y su mirada sólo dije —Sí—.


Me pides libertad, y te la doy, nunca te he exigido nada; te acepté así, tal cual, sin importar nada más.
—¡Ya bailamos, reímos y no sé cómo te llamas?—

— ¡Patricia y tú?—

—Germán. Mucho gusto Patty.-


Sólo quiero ser esa parte en tu vida en donde no tengas que preocuparte por nada más que por ser quien eres.
—¿Quieres tomar algo?—

—Un poco de refresco, vamos… —

—No te preocupes, dame 5 minutos y ahorita lo traigo. —


Por qué tengo que pensar en ti, debo estar mal para estar en este momento, con este chico, y ¡tú en mi mente! Carajo, este muchacho al menos se atrevió a sacarme a bailar y tu… tú y tu estúpida frase “Hay más tiempo que vida”. Ojalá y …
—Ves no me tardé.—

—Gracias.—


Por esta noche vete y déjame en paz. Esta es mi vida, y así como tú no me quieres en tu vida, este momento es sólo mío.
—¿Quieres caminar un poco?—

—Claro, me va a ayudar un poco a despejarme.—

—Con quien vienes.—

—Con mi hermano y sus amigos.—

—Y … sales con alguien, eres casada…—

Interrumpí bruscamente sus palabras para decir: —¡No! Tengo un hijo de 6 años, pero no salgo con nadie, ni tengo nada con nadie, ¿y tú? —.

—Tampoco, y… ¿cómo se llama tu hijo?—

—Gabriel.—


No recuerdo bien como fue, sólo recuerdo que cuando reaccioné estaba entre sus brazos, recibiendo un beso como los que nunca me había dado nadie. El tiempo pasó entre sus besos, sus manos y mi cuerpo recargado en aquél árbol, buscando sus labios, tocando su cabello, sintiendo…

—¿Quieres ir al Bar?—

—Sí, sólo le aviso a mi hermano y le marco a mi mamá para avisar, dame un momento.—

—Ok, en 5 minutos te veo en la entrada del salón.—


Vuelves a aparecer en mi mente, y si fueras tu en lugar de él. Qué pasaría si…
—Listo, ya me despedí y ya avisé.—


Nos subimos a su auto y la primera nota que suena en el stereo es The more you live, The more you love de Flock of Seagulls ¡Nada puede salir mal con esta rola!


—¡Te gusta esa canción verdad?—

—Si, es mágica.—

—¿Mágica? —

—Sí, nada puede salir mal a partir de ahora.—

Que hermosa risa, y los besos no pudieron esperar.


En el trayecto éramos como dos amigos de hace años, poniéndonos al corriente de toda nuestra vida, esperando encontrar señales que en cualquier momento iban a convertirnos en cómplices y amantes. Siguiendo el camino al bar, entre éste y nosotros se interpuso una Villa, nos vimos y ni él, ni yo dijimos palabras, pero entendimos todo.


Entramos y recordé que tenía puesta la ropa que me había comprado para ti, no para él.
Y entonces sentí sus manos en mi cintura, se estremeció mi cuerpo, nos besamos, recorriendo la habitación, dejando la ropa hasta que él descubrió ese par de piezas de ropa que había elegido para ti. Se detuvo un momento, y puso el CD que traía en su auto, buscó la canción en la que se había quedado al bajarnos y comenzó a tocar The Chaffeur de Duran Duran.


Vaya coincidencia, es como si él hubiera visto que en mi mente esta rola, era la que yo te iba a poner cuando nos viéramos, era como si lo que había planeado contigo, sucediera sin ti.
Nos vimos y entre abrazos, me desprendió de la poca ropa que me separaba de su piel y yo le quité la ropa que me separaba de él, y del CD irrumpió estrepitosamente Wish you were here de Pink Floyd.


Voy a llorar, quiero correr, tu recuerdo aquí, pero tu ausente, y el aquí, y mi mente contigo. ¡Podría ser más cruel? Pero con sus caricias fue borrando tu recuerdo y las ganas de que estuvieras ahí.
Con sus labios en mis labios, con sus manos en mis piernas, y con tantos besos la noche se perdió, y yo en él. La cama, el sillón, la regadera, el jacuzzi, la ropa y ese aire que nos encerraba, nos obligaba a sentir, a vivir.

Y este corazón en coma, resucitó. Este cuerpo helado, revivió. Mi alma encerrada, se liberó. Amaneció a las 9 de la mañana, el sol pegaba en la habitación y vestidos con el deseo de la noche, desayunamos en el pequeño comedor de la habitación.

Entre susurros me preguntó si quería pasar el domingo con él. Simplemente dije: ¡Si!

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