México es una nación, como no creo exista otra en el mundo.
Somos un mar de incongruencias, contradicciones, justificaciones y no logramos
avanzar porque somos más chistosos que trabajadores, más astutos que dedicados,
comodinos, convenencieros y más flojos que un oso hibernando.
De aquí desprendo una serie de reflexiones que, a veces, me
dan escalofríos.
Y es que, mientras existan ciudadanos que sean "más
vivos" que los jefes, empleados saqueen la papelería de la oficina para la
escuela de sus hijos; veamos asuntos personales pagados por la empresa,
llamadas extensas a nuestro ligue en turno pagadas por todos menos por nosotros,
saquemos fotocopias de documentos personales con cargo a nuestra empresa u
oficina, en nuestra vida cotidiana seamos miserables pero cuando son viáticos de
la empresa, pedimos el platillo más caro; reclamemos corrupción en las
instituciones, y si alguien muere por vándalos, pidamos que a la
institución encargada de hacer velar la ley, se le juzgue y a quien disparó, cárcel.
En breve, pedimos que se haga justicia en el vecino y no en
nosotros. ¿Qué tienen qué criticar a políticos, si ustedes son igual o peor que
ellos? Lo que digo reiteradamente: hablan mal de ellos, porque no están en
su lugar para hacer lo mismo. Los extremos son muy fáciles de tocar, la media
es “el reto”.
Ser justo e imparcial, defender al inocente sobre el
perverso, actuar correcta y congruentemente, por lo que leo y veo diario, es
tan difícil.
A veces no entiendo hasta dónde somos parte del mismo circo
del que nos quejamos... queremos un país justo, pero nos reímos... cuando nos burlamos
del SAT y no pagamos impuestos; vemos al viejito al que se le caen unas monedas
y en lugar de alcanzarlo y regresarle su dinero, nos lo guardamos y cuidamos de
que nadie nos haya visto. Los jóvenes se guardan el cambio de lo que su madre
les encargó, y cualquier orden que les den, sacan el chantaje emocional para
que no les digan nada; si no obtienen algo, sólo porque lo quieren, no importa
si lastiman a alguien, lo obtienen.
Como hijos somos unas pistolas al insultar a nuestros
padres, al patear a un viejito, o a un ciego que pide limosna. ¿Qué valores le
estamos enseñando a nuestros jóvenes? Intolerancia, egoísmo, obtener a como de lugar lo que quieren, no esforzarse... de verdad que ¿esa será la sociedad del futuro? No, no estoy de acuerdo.
Nos sentimos chingones, cuando le ponemos el cuerno a
nuestra esposa; como mujeres nos atascamos la boca, al decirle bruja a la
esposa del cuate del que decidimos ser amantes, sabiendo que no somos las
únicas, ah ¡pero somos reinas en ese momento de fregonería!
Como sociedad, lavamos la conciencia tan marrana que
tenemos, pisando a morir al que se equivoca, juzgando al que hace bien las cosas, culpando a todos, menos a nosotros mismos de nuestras desgracias. ¡El problema no es este hermoso país! Es su gente. Nuestra
oportunidad de oro radica en que, siendo el gran problema, somos los únicos que
podemos darle solución
¿Nos importa realmente, nos atrevemos a cambiar?
¡Muy buena pregunta!
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