En mi vida he tenido miedo a: que mi hijo muera, que pase por experiencias de vida muy feas, o que le quieran hacer daño; otros están relacionados conmigo, pero el que me quitó el sueño por casi un año ¿Qué se siente al morir? me costó muchos meses de meditar, de conciliar, de estar en paz.
Y esa paz se va cuando en días como hoy, en el que mi hijo me pregunta cuántos años voy a tener cuando él tenga 80, verlo a sus ojitos hermosos, no quererle decir que ya estaré en el panteón, que él lo adivine y se ponga a llorar, me hace sentir mortal y es inevitable pensar en lo que sucedería. Y pensar en morir antes de que mi hijo tenga, al menos, la edad suficiente para ser independiente, económica, social y emocionalmente, realmente me aterra.
Cuando nacemos, la única certeza que tenemos es que vamos a morir, ¿Qué se siente nacer? Nadie lo recuerda. Y morir entonces, es como nacer.
Pero ahorita qué pasa por mi mente, en este año que cumplo 40 años, todo esto es una especia de crisis, es normal pensar estas cosas, qué tan frecuente es que a esta edad se piensen cosas como:
- Quizá estoy a la mitad de mi vida y quizá ya viví más años de los que me faltan por vivir, que 40 años se me han ido rapidísimo, y los que me falten por vivir, son muchos, pero tan pocos para estar con mi enano.
- Todas las cosas que tengo en mi #BucketList y las voy a hacer: patinar en hielo, aprender a tocar la guitarra, tener un programa de radio, poner mi pastelería-cafetería, ir a Noruega a ver las auroras boreales, visitar el Vaticano, ir a París, regresar a Londres, publicar un libro, casarme, amar, tener mi familia franky con todo y perro viejo pastor inglés.
- Quiero vivir hasta que mi hijo esté listo para que, si un día le falto, me extrañe, pero no me necesite. Que esté emocionalmente fuerte para que no le afecten las cosas que su padre suele hacer, que no requiera dejar un escrito en el que yo le niegue la patria potestad por ser un mal ejemplo de vida, un alcohólico irresponsable, insolvente económicamente y emocionalmente.
- La vida pasa tan rápido que parece que suspiras, y avanzaste 10 años en cada suspiro. Todo pasa tan de prisa que, es un desperdicio de tiempo pelear, discutir, maldecir... toda una vida apenas alcanza para amar, para interesarte por el prójimo, para ayudar, mejorar, dejar la huella de amor que tanto requiere este mundo...
Y entonces me interrumpo diciéndole a mi hijo: no llores, aquí estoy y te amo; y en un respirar profundo, un fuerte abrazo cobijó esas lágrimas de tristeza, que en un pequeño de 9 años desaparecen con los besos y mimos de mamá.
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