En mi vida hay una palabra que me hace recordar la ausencia de dos personas a las que quise mucho y, no importa cuánto me enoje, cuánto me rebele, ni lo que pueda opinar de la vida, de la injusticia y de Dios; esa palabra define una enfermedad a la que el sólo hecho de nombrarla provoca preocupación, angustia y recuerdos en quienes la padecen o la han vivido tan cercana con un familiar, sea éste padre, madre, hermanos, tíos… Cáncer.
¿Cuándo supe de la existencia de esta enfermedad? Recuerdo que tenía 14 años y en mi familia todos hablaban de la enfermedad de mi tía Isabel, la más pequeña de la familia, 27 años, con cáncer de mama. Un poco de curiosidad: ver a una de mis personas favoritas atravesar un camino de 4 años hasta la muerte entre asombro, incredulidad, sorpresa y horror. Y ocho años después, ver a mi tía María del Carmen, morir de cáncer. Invadida de tumores en todo el cuerpo.
Pero ¿qué era esa enfermedad que me había quitado a dos de los seres más valiosos en mi vida? De adolescente, mi tía la cómplice, mi consejera en la peor etapa de mi vida, mi apoyo, mi paño de lágrimas cuando estaba a disgusto conmigo misma y con la vida por el rechazo del chico que más me gustaba en la secundaria. Y como mujer joven perder a mi otra tía, a quien cariñosamente le decía “mami”, pues éramos tan parecidas que siempre nos preguntaban si éramos madre e hija.
Así en mi adolescencia primero me dijeron que tenía que cuidarme del cáncer, pues en mi genética y en la de mi familia el antecedente por cáncer de mama me volvía vulnerable a, eventualmente, padecerlo en el futuro; lo mejor era que, si se detectaba en la etapa inicial, la probabilidad de poder vencerlo era mucho más alta. Así aprendí primero cómo cuidarme del cáncer que aprender a besar. Y en mi juventud a temblar cada vez que escuchaba “cáncer”.
Y desde siempre las imágenes de mis tías, de 31 años la más chica y 47 la más grande, en cama, con oxígeno, perdiendo la batalla, me ha dejado una marca de conciencia, de prevención y anticipación como nada en la vida. Y a estas alturas del partido creo y sé, que la mejor manera de evitar padecer esta enfermedad es el de auscultarse constante, pues el miedo de una revisión, de un papanicolaou o un diagnóstico temprano, es superado por el miedo a vivir lo que mis tías vivieron. Es esa conciencia de que nadie debería de pasar por eso.
Por ello hoy definiremos ¿Qué es el cáncer de seno, o mama?
El cáncer de seno es el crecimiento desordenado de células en las glándulas mamarias que generalmente se detecta como un bulto en el seno. Lo más recomendable para cualquier mujer es que periódicamente se practique el auto examen de seno y si presenta algunos factores de riesgo se realice exámenes clínicos. El cáncer de mama puede clasificarse de acuerdo al sitio en el que se originó, el crecimiento irregular de células, ya sea en los conductos o en los lobulillos y además se considera de acuerdo al grado de invasión y la apariencia de las células vistas bajo un microscopio.
Factores de riesgo a observar.
Aún no se sabe la causa que lo origina, sin embargo, hay algunos factores que se deben considerar y que servirán para prevenir esta enfermedad.
El cáncer de seno ataca principalmente a mujeres, y en porcentajes más pequeños a hombres.
El riesgo de padecer cáncer de seno aumenta con la edad. Cerca de 18 por ciento de los casos de cáncer de mama se diagnostican en mujeres de 40 a 49 años de edad, mientras que alrededor de 77 por ciento de las mujeres con este tipo de cáncer son mayores de 50 años en el momento del diagnóstico; se han presentado casos en mujeres entre 20 y 30 años.
Los factores genéticos que se presentan cuando hay cambios en los genes del cáncer (BRCA o BRCA2). Éstos son dos genes que hasta el momento los especialistas han identificado y tienen una relación muy estrecha con el padecimiento.
¿Cuándo supe de la existencia de esta enfermedad? Recuerdo que tenía 14 años y en mi familia todos hablaban de la enfermedad de mi tía Isabel, la más pequeña de la familia, 27 años, con cáncer de mama. Un poco de curiosidad: ver a una de mis personas favoritas atravesar un camino de 4 años hasta la muerte entre asombro, incredulidad, sorpresa y horror. Y ocho años después, ver a mi tía María del Carmen, morir de cáncer. Invadida de tumores en todo el cuerpo.
Pero ¿qué era esa enfermedad que me había quitado a dos de los seres más valiosos en mi vida? De adolescente, mi tía la cómplice, mi consejera en la peor etapa de mi vida, mi apoyo, mi paño de lágrimas cuando estaba a disgusto conmigo misma y con la vida por el rechazo del chico que más me gustaba en la secundaria. Y como mujer joven perder a mi otra tía, a quien cariñosamente le decía “mami”, pues éramos tan parecidas que siempre nos preguntaban si éramos madre e hija.
Así en mi adolescencia primero me dijeron que tenía que cuidarme del cáncer, pues en mi genética y en la de mi familia el antecedente por cáncer de mama me volvía vulnerable a, eventualmente, padecerlo en el futuro; lo mejor era que, si se detectaba en la etapa inicial, la probabilidad de poder vencerlo era mucho más alta. Así aprendí primero cómo cuidarme del cáncer que aprender a besar. Y en mi juventud a temblar cada vez que escuchaba “cáncer”.
Y desde siempre las imágenes de mis tías, de 31 años la más chica y 47 la más grande, en cama, con oxígeno, perdiendo la batalla, me ha dejado una marca de conciencia, de prevención y anticipación como nada en la vida. Y a estas alturas del partido creo y sé, que la mejor manera de evitar padecer esta enfermedad es el de auscultarse constante, pues el miedo de una revisión, de un papanicolaou o un diagnóstico temprano, es superado por el miedo a vivir lo que mis tías vivieron. Es esa conciencia de que nadie debería de pasar por eso.
Por ello hoy definiremos ¿Qué es el cáncer de seno, o mama?
El cáncer de seno es el crecimiento desordenado de células en las glándulas mamarias que generalmente se detecta como un bulto en el seno. Lo más recomendable para cualquier mujer es que periódicamente se practique el auto examen de seno y si presenta algunos factores de riesgo se realice exámenes clínicos. El cáncer de mama puede clasificarse de acuerdo al sitio en el que se originó, el crecimiento irregular de células, ya sea en los conductos o en los lobulillos y además se considera de acuerdo al grado de invasión y la apariencia de las células vistas bajo un microscopio.
Factores de riesgo a observar.
Aún no se sabe la causa que lo origina, sin embargo, hay algunos factores que se deben considerar y que servirán para prevenir esta enfermedad.
El cáncer de seno ataca principalmente a mujeres, y en porcentajes más pequeños a hombres.
El riesgo de padecer cáncer de seno aumenta con la edad. Cerca de 18 por ciento de los casos de cáncer de mama se diagnostican en mujeres de 40 a 49 años de edad, mientras que alrededor de 77 por ciento de las mujeres con este tipo de cáncer son mayores de 50 años en el momento del diagnóstico; se han presentado casos en mujeres entre 20 y 30 años.
Los factores genéticos que se presentan cuando hay cambios en los genes del cáncer (BRCA o BRCA2). Éstos son dos genes que hasta el momento los especialistas han identificado y tienen una relación muy estrecha con el padecimiento.
El riesgo de cáncer de seno es más alto entre las mujeres cuyos familiares consanguíneos cercanos tienen esta enfermedad, por lo que el riesgo podría aumentar si se tienen dos o más familiares con cáncer de seno o de ovario; si algún familiar padeció cáncer antes de los 50 años de edad, ya sea en la rama materna o paterna —el riesgo es mayor si la madre o hermana tiene un historial de cáncer de seno—; si se tiene uno o más familiares con uno o dos cánceres (seno y ovario, o dos tipos diferentes de cáncer de seno).
Si ya se cuenta con antecedentes de haber padecido cáncer de seno, el riesgo de que aparezca un nuevo cáncer en otra parte del seno o en el otro seno aumenta de tres a cuatro veces.
En las actividades y hábitos también hay que tener mucho cuidado y mantenerse en observación. Por ejemplo sí los periodos menstruales comenzaron a una edad temprana (antes de los 12 años) o la menopausia se presentó tardíamente (después de los 50 años) el riesgo aumenta; si no se ha tenido hijos, el riesgo es ligeramente mayor o si se tuvo al primer hijo después de los 30 años; el uso de anticonceptivos orales incrementan el riesgo de padecer cáncer de mama; la ingesta de bebidas alcohólicas está asociada a un ligero aumento en la posibilidad de padecer esta enfermedad y finalmente, y no por ello menos importante, la obesidad, especialmente en las mujeres que han pasado por la menopausia, es un factor a cuidar ya que el exceso de tejido adiposo aumenta los niveles de estrógeno e incrementa la probabilidad de padecer cáncer de mama.
Detección
La acción principal, la mejor manera de mantener esta enfermedad a raya es la prevención, y en caso de llegar a padecerla la detección oportuna en estadíos tempranos tiene mayores probabilidades de curarse en 95 por ciento de los casos.
Sociedades médicas nacionales e internacionales recomiendan que comiences a examinar tus senos a partir de los 20 años de edad. Se ha demostrado que una de cada diez mujeres podría presentar cáncer de mama en algún momento de su vida.
¿Cuándo examinar tus senos? Por lo menos una vez al mes, así esta práctica llegará a convertirse en un hábito. La mejor forma de hacerlo es: al transcurrir una semana después del inicio de la menstruación, para que la congestión fisiológica a la que se encuentra sometida la mama por el estimulo hormonal haya desaparecido, ya que durante el período pre-menstrual las mamas suelen estar endurecidas y dolorosas.
Y si no tienes la menstruación por estar embarazada, o por cualquier otro motivo, debes elegir un día fijo de cada mes que sea fácil de recordar para ti.
No olvides que el hombre también puede sufrir de cáncer de mama, aunque en un porcentaje mucho menor; esta condición hace que se diagnostique tardíamente pues no es una posibilidad en primera instancia.
¿Cuáles son los síntomas del cáncer de mama?
Durante las primeras fases de la enfermedad se presenta una nudosidad o endurecimiento en una zona del pecho acompañada de una sensación de tensión o pesadez.
La mayoría de las mujeres no presentan dolor, o algún otro síntoma de alteración del estado de salud y se encuentra bien en el momento del diagnóstico. Raramente, hay retracción y salida del líquido del pezón, pero es importante considerar este factor.
En fases más avanzadas de la enfermedad, los síntomas son muy variados y dependen del tamaño y extensión del tumor, el cual en esta etapa será claramente palpable en la zona afectada e incluso los ganglios de las axilas pueden estar aumentando de tamaño.
Las señales de alerta para buscar un diagnóstico sin esperar un solo minuto son las siguientes: Sentir, o ver una masa, bolita dura o engrosamiento en cualquier parte del seno o en el área de la axila. Percibir un cambio en el tamaño o la forma del seno, hoyuelos o arrugas en la piel del seno. Presentar hinchazón, enrojecimiento o calentamiento del seno que no desaparece. Si sientes dolor en una parte del seno que no cambia con su ciclo menstrual. Presentar retracción en el pezón o cualquier otra parte del seno. Tener secreción del pezón que comienza repentinamente y aparece sólo en uno de los senos y Tener u observar picazón, llaga o área escamosa en uno de los pezones.
Recuerda que prevenir es la clave, no pospongas tus visitas al médico y atiende las instrucciones que recibas, cuida tu cuerpo, cuida tus senos.
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