Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Mandamiento Primero.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo sobre todas las cosas. Mandamiento Segundo.
Y sobre estos dos no existe otro mandamiento mayor.
Reflexión muy personal de esta Semana Santa y Cuaresma: lean todo lo que puedan de su Fe, formen su criterio, interésense por crecer, dialogar y sobre todo, comprender la fe que profesamos y que el crecimiento espiritual no quede de lado. Y desde mi humilde opinión los dos mandamientos que he puesto al inicio de este texto tenemos todo un reto y compromiso.
Y si analizamos el Padre Nuestro —No puedo hacer un análisis erudito, porque no soy teóloga, sin embargo haré el intento— el compromiso no puede más que ser mayor.
Padre Nuestro, que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre Dios todo poderoso, te reconozco y creo en ti, te adoro, te amo. A los santos, se les venera, sólo a Dios se le adora.
venga a nosotros tu reino, la gloria es de Dios, Dios es en mi, y en mi vida acepto tu amor infinito que todo lo da y todo lo puede y con ello acepto mi vida, tus retos, los resuelvo, los enfrento y los disfruto.
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Hágase en mí según tu palabra. Y qué difícil resulta, a veces, reconocer que no todo lo bueno es obra nuestra, peso sí decimos que nosotros lo podemos todo, y lo malo todo es culpa de Dios. Aquí comprendemos que todo pasa y no pasa por una razón y ella es superior a nosotros; debemos ser reflejo de Dios en nuestra vida y en la de quien nos rodea.
Danos hoy nuestro pan de cada día, Señor, no me des en abundancia, ponme donde haya trabajo y todo lo que de él gane, sea para mi bienestar, para vivir con lo suficiente, y si me bendices con más de lo que merezco, que lo sepa compartir con gozo y alegría.
perdona nuestras ofensas Señor, perdóname todo lo malo que yo haga a los demás. Partiendo de que pecado es todo aquello que nos hace daño a nosotros mismos —a nuestro cuerpo, a nuestra mente, nuestra familia, nuestra alma, nuestro ambiente, nuestra salud—, y aún así Dios, perdona lo que nosotros hacemos en nuestra contra. Definitivamente nos ama. Y no se trata de decir: deveritas que te camino de rodillas en la Basílica, prometo ser mejor persona; ni de jurar dejar un vicio; se trata de cambiar.
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, Así como te perdoné y caminé la Basílica de rodillas, perdono a mi hermano. ¿De verdad estamos dispuestos a perdonar, y que nos perdone Dios, con sus condiciones? Cierto es que es mejor no hacer nada por lo que tengas que pedir perdón, es lo ideal, pero él nos reconoce como humanos, y en nuestra humanidad somos falibles. ¿Lo pensamos. Lo hacemos?.
no nos dejes caer en la tentación Sí, ayúdame a fortalecer mi amor, mi fe, para que decir no, a lo que me causará daño, no sea sufrir.
y líbranos del mal. Señor, ponme un paso atrás o uno adelante, pero nunca me hagas coincidir en la desgracia, tu sabes las formas. Y así, muchas veces se nos hace tarde y con ello evitamos pasar por un sitio en el que hubo un choque, otras terminamos pronto y nos enteramos que, gracias a ello, nos salvamos de vernos involucrados en una desgracia; esas son sus formas, y sea que nos enojemos, o nos alegremos, no estuvimos ahí. Si Él sabe las formas, a partir de hoy no te enojes, no te alegres pensando que eres el mejor, sólo agradece.
Y con esto espero que a partir de hoy, no reciten como tarabilla el Padre Nuestro y signifique un poco más.
Así sea.
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