lunes, 30 de diciembre de 2013

Gracias 2013. Bienvenido 2014

El año 2013 va viviendo sus últimos días, y en el camino se ve la marca, cada vez más cercana, del año 2014. Y no es que pasando de fecha la vida cambie, y no es que estrenando agenda o calendario, por arte de magia, seamos mejores, o peores personas; lo que somos, lo llevamos en cada ciclo, lo cargamos en cada año y por toda nuestra existencia. Sin embargo cada inicio de año, así como en cada cumpleaños, tenemos unos momentos para reflexionar en nuestra vida, nuestros ciclos, las lecciones, en las metas pendientes y en las metas conquistadas.

En lo personal había notado que, cada año se me iba más rápido, cada ciclo se sucedía uno tras otro acortando su distancia entre uno y otro vertiginosamente. Y hasta hace algunos meses, me veía en el espejo con muchas canas, con algunas arrugas, con una vida que con todos sus altibajos, me parecía triste, gris, sombría, carente de sentido, de rumbo. Era madre sin serlo, era mujer sin experimentarlo, era hija con resentimientos, familia con odios. Me estaba enfermando del alma y sin saberlo, muriendo cada día un poco más. Me estaba volviendo vieja.

Mi día a día eran ataques de pánico, miedo a hacer, salir, decir, proponer, emprender, actuar, amar, tenía un miedo indescriptible a vivir, y tenía un horrible temor a morir. No tenía paz. Pero tampoco la daba, más de una vez me dieron ataques de ira, y también de pánico. Vivir en una familia disfuncional, ser parte de ella, y no cambiar nada, era todavía peor.

5 años de una demanda laboral que, ya me hartaba el sólo mencionarla, tanta injusticia y podredumbre de un sistema que agoniza, y sin embargo se mantiene. 3 años al hilo sin trabajar, sin conseguir un trabajo, frustrada, sin ver todos los talentos y bendiciones que Dios puso en mí. Qué le faltaba a ese ser humano lleno de vida e ilusiones hace 30 años, qué me hacía sentir tan infeliz, teniéndolo todo, teniendo conocimientos, preparación. Se suponía que todo eso, todo lo que tengo me haría feliz, ¿por qué no lo era?

Poco a poco el año 2013 se perfilaba como el peor año de mi vida.

En este año vi a mi padre dejar de caminar en menos de 4 meses, diagnósticos que iban desde hernia inguinal, hasta cáncer de colon, con dudas, con cero certezas hasta que por fin dieron con lo que finalmente puso a mi padre en una silla de ruedas, un daño severo en las vértebras lumbares con nervios dañados y funciones vitales comprometidas. Un pronóstico que iba desde quedar paralítico hasta morir en una cirugía muy delicada, me hizo comprender que hay cosas que yo no puedo resolver, también supe cuánto amaba a mi padre y, yo no podía hacer nada, todo cayó, me derrumbé, estuve peor que nunca y un grito en mi ser, un tanto agonizando y otro poco intentando despertar, emitió un: Dios mío, en ti pongo mi vida y todo lo que amo.

Poco a poco comprendí que hay un momento en la vida cuando todo se trata de poner todo en manos de Dios.

Se acercaba mi cumpleaños 39 y la cirugía de mi padre, sólo podía rezar, y al paso de los días en mi mente rondaba un pensamiento, de hecho eran muchos: Todas las cosas que de niña soñaba lograr y con el paso de la vida fui olvidando o postergando. Requería lograr esas cosas de las que un día dije, no puedo morir sin hacer todo esto. Quizá sin quererlo o queriendo, me programé para esas cosas especiales, iba buscando imágenes de cada cosa que quería tener en mi lista de cosas por hacer antes de morir y las posteaba en mi Facebook y en mi Twitter. Incluso dije: este año mis deseos de cumpleaños son más mi bucket list.

Y los milagros empezaron a suceder.

Al terminar agosto, la cirugía de mi padre salió perfecta, ninguna de las cosas que habían considerado como riesgos sucedieron, él: el paciente más grave, de mayor edad, con el peor pronóstico, fue quién salió de maravilla de la cirugía, se recuperó más rápido y lo dieron de alta muy pronto.

En septiembre con la brújula de mi vida completamente loca, inestable y sin rumbo; gracias a un coaching ontológico, llegó la transformación a mi vida. Finalmente sé quién soy, el propósito de mi vida y de tantas cosas vividas; las experiencias, por fin sé qué hacer con ellas, dejaron de ser una daga para ser el motor, la fuente de inspiración y el gran generador de amor en mi vida.

Y hablando de amor, Mr. R esta en mi vida, él, un hombre que hace que mi mundo sea mejor, que mi alma vibre, estar con él es una experiencia de amor al cien por cien. El tiempo vuela cuando estamos juntos, me hace reír, reflexionar, me cuida, es amoroso, leal y no conozco alguien que tenga ese toque mágico que con un solo beso, hace vibrar todo mi ser. Y lo maravilloso es que, él siente lo mismo.

Este año he bajado 15 kilos de peso, me siento distinta, me veo distinta, mi vida la veo con otros ojos. En mi vida hay amor, prosperidad, abundancia y paz. Y lo que requiero cambiar, lo haré; lo que requiera tener, lo tendré; confío en Dios y sé que él me ama tal y como soy y cada oportunidad la tomaré, cada momento lo viviré si ha de ser, será, depende de mí y de Su voluntad.

2013 ha sido un buen año, el diamante se pulió en un 70%, hay trabajo por hacer y esa es mi oportunidad en cada día que vivo.

Hoy hago votos por que en su vida encuentren plenitud, amor, paz, armonía; que este 2014 que comenzará en pocas horas, sea fuente de inspiración y cambio. Que el 2014 sea el año de atrevernos a cambiar. Que luz y serenidad lleguen a su hogar, nuestro país y nuestro mundo, comencemos a generarlo, cada quien, desde su lugar, con pequeñas acciones. Y al iniciar el año que la visión de su vida sea llevada al más alto nivel, a su realización plena, pues es con amor, visión y acción que todo se logra.

Transformemos nuestro mundo con nuestro ejemplo, inspiremos a todos los que nos rodean. ¡Feliz Año 2014!


En amor, Patt

jueves, 12 de diciembre de 2013

Soy Guadalupana

Desde que tengo memoria, siempre había visto las peregrinaciones a la basílica de la Virgen de Guadalupe. Me asombraba la devoción, la cantidad de personas que van y también en algunas personas el esfuerzo físico que hacían para cumplir una manda, agradecer o prometerle algo a la Virgen Morena.

Muchas personas no comprenden la fe de las personas, otros se quejan de que no hay que imponer las creencias propias a otros, impedir la libertad de tránsito por la libertad de expresión, la basura, los cuetes, el ruido, 364 días de manifestaciones y uno de peregrinación a la basílica ... el tema no tiene fin y ustedes y yo podríamos ponernos a discutir por horas sobre: "mejor trabajen", "acepten sus responsabilidades y dejen a Dios y a los demás en paz", "hazte cargo de las consecuencias", "Dios no te va a hacer las cosas"... ¿ven como es un sin fin de argumentos los que hay sobre la mesa?.

Sin embargo, qué sucede cuando lo ves desde el punto de vista del peregrino. ¿Qué te mueve? ¿Por qué lo haces? ¿Cómo lo haces? Ok, aquí va mi historia.

Ayer yo me convertí en Guadalupana.

La semana anterior mi amiga Norma, me había contado que ellos se iban caminando a la Basílica, que era una experiencia increíble y ahí quedó la cosa. El martes de esta semana, me avisó que la reunión era a las 5:30 y que caminaríamos casi 6 horas hasta llegar a la basílica y si yo quería, me invitaba.

Pensé: este año la salud de mi papá estuvo muy mal, dediqué mis oraciones, pedí oraciones para que sanara pronto y quedara bien. Y de ser uno de los pacientes más graves, el de mayor edad y con muchas cosas en contra, hoy mi papá está bien. Mi hijo está sano, yo he tenido un año muy ecléctico, quizá surrealista, aprendí muchas cosas, encontré mi poder interno, me siento inspirada. El dinero está escaso, mi juicio laboral sigue en proceso desde hace más de 5 años, ... bueno, tengo mucho que agradecer, pues vámonos a visitar a la Virgen Morena.

Así, ayer a las 5:30 de la tarde llegué al lugar de partida. A las 6 de la tarde comenzamos con la aventura desde "Pueblo quieto" -AKA- Texcoco, ¿O es al revés? Ja! En fin, salimos con rumbo a la basílica de Guadalupe, con mucho agradecimiento y con un propósito. Llegar para agradecer, y desde luego, vivir una experiencia que cambia mucho la manera de ver este día.

En el camino me asombró encontrar personas ofreciendo agua, naranjas, té, café, agua de sabores, tamales, atole, tortas, caña, dulces, pollo asado, tacos y mucho más. A ellos los mueve ayudar al peregrino, y el peregrino les agradece y bendice por ese alimento, que tanto ayuda a seguir el camino. Y uno de mis pensamientos más profundos fue: sin conocerme, me ayudan, vaya que estaba muy equivocada sobre uno de los conceptos con los que he definido a mi pueblo, al pueblo mexicano. Personas que hacen un ahorro para dar apoyo a quien no conocen y que sólo lleva su fe a cuestas. Me movió.

En el camino te acompañan muchos pensamientos, positivos, negativos, reflexionas, ves a las personas que te acompañan en el camino y se te van ocurriendo cosas, yo, que no llevaba peticiones sólo agradecimientos, al principio iba orando y en el camino fueron llegando las peticiones. Recordé las cosas que he pedido desde hace tanto tiempo, las que he fallado, en las que no hice nada y una luz iluminó mi pensamiento, convenciéndome, hoy es real, hoy descubres algo valioso.

Y cuando llegas a la mitad de la autopista Peñón-Texcoco y empiezas a sentir dolorcito en los pies, los pensamientos negativos te atacan; pero recuerdas que al salir dijiste: madre mía, esta va por todo lo que quiero agradecerte, volteas y ves muy lejos el punto de partida, y regresas la vista al camino y ves el punto al que requieres llegar. Te olvidas del dolor y sólo escuchas una voz interna que dice: Tú puedes.

Una peregrinación se parece mucho a la vida. Las cosas extras que vas cargando, te pesan como nunca pudiste pensar que una naranja pesara, un tamal se vuelve una pelota de plomo, un agua que te vas tomando la quieres dejar, te ofrecen aquí, allá y ya no aceptas nada con tal de no cargar.

Y es inevitable en ese punto, en el que estás a la mitad del camino, pensar en todo lo que cargas a cuestas en la vida, cuando agarras las naranjas agrias de los demás, o la naranja dulce que te dan más adelante; y la bolsita de la torta que te comiste con la basura que no quieres tirar para no ensuciar el camino, te pesa como 3 kilos de papa cruda. Y en el camino, ¡No hay botes de basura!. Cuántas veces en la vida no encuentras ni un bote de basura y sigues cargando eso, o simplemente lo sueltas y ahí se queda, ensuciando todo el panorama. Para ser peregrino de la vida se requiere libertad y no llevar nada de más.

Poco a poco, dejas de platicar, te enfocas en el camino y tratas de olvidar el dolor, el cansancio. No quieres ver el reloj, no quieres pensar en nada, sólo sabes que debes continuar. Y te das cuenta que al final y entre todos, sólo vas tú con tu pensamiento. De ti depende derrotarte y parar, o continuar y terminar. Pensé terminar mi meta, sí, la misma cantidad de veces que pensé en parar y regresarme, o tomar un camión. ¿Qué me movió? ¡Cómo tomé esa decisión de seguir? La fe.

Y no es algo que yo pueda explicar y decir la fórmula, cada persona tiene un modo diferente de encontrarla, de saborearla, de rescatarla, de encontrarla, de tenerla. Es una alianza entre Dios y yo, un pacto de amor, de confianza, de voluntad, de valentía, de esperanza, de bondad... un vínculo que me hizo lograr algo que, hace unos meses yo misma hubiera dicho: ¡es imposible!.

Un lienzo con la imagen de la Virgen de Guadalupe, la voz del vendedor, llévela de a veinte pesos, traía justos veinte pesos, estiré mi mano, se los dí y a cambio recibí mi lienzo. Una sonrisa curiosa se esbozaba en mi rostro.

Y en eso, la basílica estaba ahí. Enorme, iluminada, y eran 15 minutos para las doce. Me emocioné. Y caminé y caminé. Nunca había estado en la basílica de Guadalupe y a las 12 de la noche, me pareció hermosa. Muy hermosa. Multitud de personas, unos cobijados y durmiendo, otros tapados y viéndonos a los demás peregrinos. El ambiente era algo que nunca había sentido, el olor de la noche era de milagros. Y en el entretanto escuchábamos la misa.

Caminábamos, nos deteníamos... a menos de 15 metros de entrar a la basílica, me sentí mal, alcancé a decirle a mis amigos: "me siento mal", recargué mi cabeza en el hombro de Rubén y cuando abrí los ojos, estaba en el suelo, sin comprender mucho. Una señora me dijo —Abre la boca. Acto seguido me puso un inhalador en la boca, me pidió que respirara por la boca, y yo no lograba saber a ciencia cierta lo que pasó, para mi fue cerrar los ojos y soñarme con mi familia poniendo las esferas de casitas en el árbol de navidad, las cuales compré hacía una semana en el bazar de las tradiciones.

En eso llegaron paramédicos de la Cruz Roja, me levantaron, me iban haciendo preguntas que contestaba lentamente y uno de ellos me dijo que me había desmayado, yo me seguía sintiendo mal, aturdida, hasta que llegué a la carpa de la Brigada Rotaria, donde me preguntaron muchas cosas, mi historial médico, y me dijeron que me había deshidratado, que tenía la presión muy baja y que hasta que me sintiera bien, me dejaban ir. Así que, me quedé ahí casi una hora, bien atendida, y cuando me sentí mejor, seguí mi camino hasta ingresar al atrio.

Un par de oraciones y las peticiones que en el camino llegaron, las entregué, agradecí y prometí regresar, en mejor condición, a ver a la Virgen Morena. Y entre todas las cosas que ocurrieron, jamás solté mi lienzo así como jamás soltaré mi devoción. Ahora descubría y creaba un nuevo pacto de fe, de amor y de vida y de regreso a casa, mi mente sólo pensaba en lo hermosa que es la basílica, la imagen de mi morenita hermosa y una vocecita decía "bien hecho, lo lograste".

Mi agradecimiento total a todas las personas que en el camino me dieron alimentos, agua y dulces; a la Brigada Rotaria de Seguridad y Rescate del DF, mi agradecimiento de corazón por sus cuidados y a todos los peregrinos que compartieron camino conmigo gracias por coincidir.

(Foto: Mariela Luna Chávez)