miércoles, 31 de marzo de 2010

Soy mujer y…

Todos los seres humanos que en este momento estamos vivos lo estamos gracias a una mujer. Y esa mujer no es diferente a mí, ni lo es a una esposa, una hija, una amiga, o cualquier mujer que vemos en la calle, en el metro, en el microbús. Hay diversos formatos: altas, chiquitas, rubias, pelirrojas, de cabello corto o cabello largo, blancas, morenas, flacas, no tan flacas, de ojos verdes, azules, avellana y negros. Pero pareciera que en estos días es muy necesario explicar por qué somos tan diferentes entre unas y otras, y por qué somos tan diferentes hombres y mujeres.

Siempre he creído que nada se tiene que explicar cuando, en la vida y en nuestra esencia, nuestro corazón es igual. Y como eso, en el ámbito profesional, familiar y social, nuestras ambiciones no son diferentes y la necesidad de amor, de reconocimiento y de identificación, pues son iguales a las de cualquier ser humano.

A hombres y a mujeres nos duele un engaño, nos molesta que no se reconozca nuestra labor profesional, que se burlen de nuestros sentimientos en el círculo familiar, que no nos escuchen, que nos traicionen. Si fuéramos diferentes, todo esto no nos afectaría de igual forma, con la misma intensidad. El respeto, la felicidad, el amor correspondido y pleno es nuestro ideal. Quizá las formas o los detalles no son los mismos, pero las metas son idénticas. Si nos cerramos el camino mutuamente, lo cerramos a nuestros padres, hijos, hermanos, sobrinos, pareja, amigos.

En ocasiones sueño con vernos en un espejo y que veamos que la fuerza de los hombres en armonía con la delicadeza de la mujer, es una amalgama invencible. El reto... es la mitad del camino, los extremos nunca han sido buenos.

Tal vez soy mujer y soy más sensible, sí, y una caricia me anima, y un golpe me mata. Un beso me alimenta, una mala palabra me desalienta. Tanto de una persona extraña como de mi familia. Y porque soy mujer, reconozco lo que hacen otras mujeres en mi vida y en otras mujeres.

Y sí, soy mujer, y como mujer también reclamo que, pareciera mentira, pero en esa carrera a la dignificación de la mujer, las mismas mujeres han perdido el horizonte y son ellas, incluso las mismas madres, amigas y hermanas, quienes se han convertido en el enemigo a vencer.

Como hija, deposité una esperanza de ayuda en el refugio de mi madre y ella, la única mujer que podía ayudarme, darme consejos, sacarme del fango, cuando mi vida se convirtió en una pesadilla, en una brújula sin sentido; ella ha sido quien ha hecho mi vida un infierno. Llenando mi vida y la de mi hijo con violencia física, verbal y emocional.

Me pongo en los zapatos de mi mamá, y ciertamente no debe ser lindo ver que tu sangre fracasó en un proyecto, y ver que con ella, su nieto está en el columpio de la vida; pero no hay razón válida para decirme prostituta, calificarme de inútil, maldita y haragana, por ser madre sola.

Pero mi madre le permite a sus hijos hombres, abusos en mi contra, como exigirme que atendiera a mis hermanos, limpiar la casa, lavar la ropa, limpiar los baños, en breve, ser la chacha de la casa, después de llegar de un trabajo agotador. Pero me se sentía menos que un pedacito de estiércol con ojos por haberme equivocado; recuerdo un día, cuando vinieron mis amigas a visitarme, mi mamá hizo comentarios sobajándome al límite; otro día pasó su dedo en la puerta de entrada a la casa, y me dijo a grito pelado “eres una huevona, esta casa nunca está limpia por tu culpa”.

También en el trabajo he tenido mi parte, cuando perdí mi trabajo, nadie puede imaginar mi frustración, primero porque soy mujer, tengo 35 años y soy madre sola. No sólo fue perder mi trabajo, ya no pude irme a vivir sola con mi hijo, se truncaron muchos proyectos que tenía, entre ellos alejarme de tanta agresividad. Poco tiempo después, descubrí que laboralmente estoy “fuera de liga”; incluso después de la entrevista de trabajo más horrenda que tuve en mi vida, donde me dijeron que no podían darme trabajo por ser mayor de 30 años, pero la empresa que pedía diseñador gráfico con experiencia, no necesitaba tanta experiencia. Y al parecer yo tenía sólo demasiados años, y en ese momento, con tanta frustración acompañó mi voz a mi cerebro con la declaración más peligrosa que he hecho: “hoy más que nunca me siento perdida”.

En otra ocasión, la encargada de una empresa de publicidad me dijo que sí, estaban buscando un director creativo y el límite de edad era 40 años, hombre, y me preguntó si el trabajo era para mí, a lo que respondí que si y me dijo muy feroz que por favor ni mandara mi CV, pues no me iban a llamar. Y pensé, de qué sirvió todo, estudié hasta los 22 años una licenciatura, sacrifiqué muchas cosas, y al principio me ponían peros por ser recién egresada, y ahora con experiencia, estoy vieja. Nunca fui reventada, mi vida siempre fue el estudio y el trabajo, me entretenía con personas sanas y mis diversiones eran sencillas.

Sí, soy mujer pero vivo entre mujeres que me han puesto etiquetas que día a día lucho por quitarme. Y qué hago, qué se puede hacer, ¿Con quién me quejo? ¿A mí y a muchas mujeres, quién nos ayuda? Somos madres solas hoy, si no vimos dónde podíamos fallar, o dónde nos podía fallar nuestra pareja, ese es nuestro error, pero eso no convierte a ninguna mujer en lo peor del mundo, no nos descalifica para la vida, para nuestra profesión y mucho menos para lograr más metas que han existido desde siempre en nuestras vidas. Suficiente condena es dejar a nuestros hijos en guarderías y encargados con alguien más.

Lo peor del asunto es que, somos muchas mujeres a las que les pasa esto con su propia sangre, en el trabajo, en la calle. Sé que hay muchas más mujeres de las que nos podemos imaginar que sufren tanta violencia, tanta agresión. Y sí, somos mujeres. Víctimas de ¿Otras mujeres? Difícil de creer ¿no?

¿Quién me corrió de mi trabajo anterior? Una mujer con poder, pero un poder lleno de vicios, de corrupción, una mujer que se decía defensora de los derechos de las mujeres, feminista a ultranza, pero con un criterio escaso de la justicia, empoderada por un hombre, desconociendo así su propia carrera, su propio servicio por las mujeres. Feminista radical, y sólo pienso que ese tipo de mujeres a la larga, viéndolo y comprobándolo, terminan convirtiéndose en aquello que no les gustaba. Lo que las hizo luchar por las mujeres, es lo que las convierte en entes nada diferentes a los machos rancios.

Mujeres, las más agresivas. En el metro, peseros, combis, autos, pleitos. Las mujeres han creado a los machos. Mujeres son las que dicen que no les importa que sea casado y van a lograr que se divorcie de la bruja. Mujeres entran en la vida de otras mujeres como amigas y terminan amistades por intereses egoístas, perversos, mezquinos.

Sí soy mujer y ¿Qué hago contra la violencia de las mujeres? Quizá sólo puedo dedicarme a educar a mi hijo, darle otras oportunidades y opciones en el entretanto, esquivar golpes, ocultarlos y enterrar en mi memoria la violencia verbal de mi madre. Quizá mi intento hoy en este espacio es decir “ya es suficiente, ya basta”.

Como mujeres, no tenemos que soportar nada, no debemos de soportar hombres ni mujeres, ambos incongruentes y violentos. Nunca tenemos que cortar nuestra rama del árbol de la vida y permitir que cualquiera tome lo más sagrado de nuestra vida. No importa que te hayas equivocado, nada que te haga sentir mal, llorar y ponga en tu piel moretones, nada de ello es bueno. Las cadenas de violencia y abuso se paran cuando decidimos cortarlas.

Cuesta mucho y se necesita un buen herrero para romper esas cadenas, y el herrero debe poseer amor, tolerancia y respeto.

Sí, soy mujer… y quiero saber qué existe en el alma y en el corazón de otra mujer, saber que nos mueve el mismo deseo de amor y de paz.

martes, 30 de marzo de 2010

¿Qué es el amor?

Y parece que esa es la pregunta de siempre ¿qué es el amor?, hecha por todos los seres humanos, por los grandes filósofos y por los simples mortales. Y haciendo memoria, pareciera que formamos equipos para saber quién tiene la respuesta ideal a esa pregunta... pero nadie, a la fecha, nadie ha visto la respuesta que nos grita en el alma ni ha oído lo que ve el corazón.

En algunas ocasiones amar se ha confundido con el mejor y más exquisito juego erótico, pues de jóvenes, como mujer, crees que amar es recibir el beso más glorioso, el ramo de flores más lindo... como hombre, cuentas las rayitas que vas marcando en la cabecera o en la cama, ¡hasta en la pared! y no digan que no, que tengo hermanos, tengo primos y tengo un padre amoroso que siempre ha tenido la razón y me ha dicho como piensan los hombres a esa edad -y siempre-.Ojalá lo hubiera escuchado más a menudo.

Pero regresando a mi pregunta de qué es el amor, sinceramente no lo sé, nadie lo sabe.

Me podría ayudar más decir lo que no es el amor:
No es tener sexo, tampoco es besar, no es complacer al otro, no es sufrir si la otra persona no está, no es miedo, no es insatisfacción, no es perderle a la vida el sentido, no es amargarte la vida, no es volverte loco de celos, ni dejarle vivir a sol ni a sombra. Tampoco es perder la cabeza y no saber a dónde van los pies, ni olvidarte de ti mismo para mimetizarte con el otro, no, no creo que eso sea amor... es más bien estupidez. Si algo te duele cuando el otro sufre, a eso se le llama piedad, empatía. No soportar ver una lágrima en sus ojos es parte del sentido común, a nadie nos gusta sufrir.

Así pues el sentido de pertenencia, saber de dónde vienes y quién eres, a dónde vas, es lo que te lleva a darte a los demás, compartirte y ser quien siempre has sido, y con esa certeza, la locura no coincide con el amor.

Hoy me atreveré a describir lo que es amar:
Amarte para poder amar, es verte al espejo, saberte destrozado, herido, eliminado, olvidado, apabullado, acribillado y reconocer en tus ojos que Dios —dale el nombre que quieras— tiene tu corazón en sus manos, a salvo y jamás se rompió cuando creíste que así sucedió, pues Él tomó tu corazón y en su lugar puso un vacío que al romperse, el dolor que sentías era Él colocándote tu verdadero corazón, para que con el dolor aprendieras a ver mejor, a decidir mejor.

Y un día abres los ojos y sigues creyendo en ti, en tu capacidad de amar, de sorprenderte, de entregar a los demás lo mejor de ti y no esperar nada a cambio, porque sabes que eres, en una pequeña parte la misericordia, la paciencia y el amor del Ser Superior y de los seres de luz y del amor, pues todas las dudas se van y aparece la fe, que detiene tus piernas y las guía al sendero que la vida preparó para ti.

lunes, 29 de marzo de 2010

Pederastia, no sólo en la Iglesia Católica

Así es, al día de hoy muchos habíamos creído que sólo en la Iglesia Católica sucedía esto, no es así. Hace dos semanas incluso debatí un poco al respecto pues, al haber sufrido abuso sexual de los 6 a los 8 años, el haber perdido gran parte de mi infancia, y con ello sentir un gran sentimiento de culpabilidad, muchas de mis acciones me han llevado a investigar y tener un interés en este tipo de temas, y brindar apoyo y atención a quien ha sido víctima de ello.

El día de hoy y en relación a todo el revuelo que ha causado las cartas de Benedicto XVI, los abusos sexuales en Estados Unidos, Irlanda y Alemania, hoy lamento decepcionar a todos los que quieren hacer una cacería de brujas contra la iglesia católica, pero es hora de hablar con la verdad, datos y números crudos, e intentar seriamente, concientizar a las personas sobre una práctica que, más que en las iglesias, es en las familias donde sucede constante y persistentemente; y si en un líder espiritual eso es grave, es terrorífico cuando sucede en la familia.

Con esto, no quiero decir bajo ninguna circunstancia ni premisa, que defiendo a uno solo de los pederastas; si a mí me preguntan la pena para este tipo de personas, yo sin dudarlo exijo la pena de muerte, pues en mi caso, a casi 30 años de haber padecido abuso sexual por parte de un hermano de mi padre, a la fecha, son momentos robados de mi infancia, y ni todas las terapias, ni todas mis catarsis, han logrado borrar de mi mente que me cambiaron las muñecas y mi pequeño mundo, por mentiras y juegos eróticos, abusos físicos, íntimos y una manipulación extrema; y sobre todo, porque realmente nunca fui la sobrina favorita, simplemente fui un juguete sexual.

Ahora, si los casos de abuso a niños y jóvenes en la Iglesia Católica, que tantas olas les hacen a miles de católicos, no católicos y rasga vestiduras, le corresponde el 0.1% de casos a nivel mundial de pederastia, el 99.9% restante se divide entre los Testigos de Jehová, Evangélicos, en breve, todas las religiones del mundo y un porcentaje preocupante, 68.8% sucede en las familias, dejándole a los líderes espirituales y otros casos el 31.2%. Poniéndolo sobre la mesa es grave lo que sucede en las religiones, pero es estrepitoso, inconcebible, aberrante, monstruoso y absurdo el 68.8% que le corresponde a la “base de la sociedad”.

Por ello pregunto ¿Y quién ha condenado a esta institución? ¿Quién demanda y se indigna? ¿Qué reportero cubre la sede de las familias donde hijas son violadas por sus padres? ¿Quién demanda a esas mujeres que encubren a sus machos maridos la violencia hacia sus hijas? ¿Quién levanta la voz por ellas y por las que fuimos despertadas sexualmente en nuestra infancia por un familiar? ¿Quién le demanda una disculpa pública a hermanos, tíos, padres, primos y cualquier familiar hacia sus víctimas?. Mi respuesta es: nadie.

La semana pasada una persona me decía que, por lo que él vivió con unos conocidos, no dejaría ir a sus hijos al catecismo, porque de ya, dudaba del sacerdote. Y le pregunté que si él creía que fuera justo que yo pensara que, como yo había sido abusada por un tío, todas las sobrinas de él nunca deberían de quedarse solas ni estar cerca de él, y se indignó. Me preguntó que entonces ¿Cómo según yo, en mi mundo, deberían de ser las cosas? A lo que le contesté que eso es una responsabilidad demasiado grande para mi sola, en virtud de que de cada diez niños, ocho son víctimas de acoso sexual, de esos ocho, cinco sufren experiencias fuertes, y de ellos tres, son traumáticas. De esos diez sólo uno lo dice a sus padres y de 100 niños que lo dicen, sólo a diez les creen, y tiene lógica, pues generalmente son familiares los que abusan de los niños.

Así pues, por lo anterior puedo decir que primero, debes enseñar a tus hijos que nadie, ni uno mismo puede tocarlos, bajo ni una circunstancia. En todo momento hay que darles confianza a tus hijos de decirte todo, pero nunca decirles, “si te hacen daño dime para que se las vea conmigo”, esa frase, no es buena, a mi me la dijeron y me callé más de lo debido, para que mi padre no matara a su hermano. Y finalmente, si el sacerdote de cada comunidad no habla de los casos de pederastia, si no dice que en la Iglesia ni un caso más, entonces uno debe de acercarse a él, platicar con él, externar nuestras inquietudes. Personalmente con el sacerdote de mi parroquia, que es un señor a quien respeto y admiro por tratar justamente temas como este, y realmente orienta, abre el corazón y el conocimiento que posee para compartirlo con su iglesia, y si tú le preguntas y no lo sabe, se informa y te responde. Pero no se da solo, tienes que trabajar en conjunto.

Yo en mi religión, no juzgo la fe, ni me separo de mi iglesia, voy cada 8 días a misa y platico con el sacerdote. Porque justo eso, mi cercanía con Dios y mi compromiso con Él, me han llevado a comprender que, si he vivido lo que me ha tocado vivir, es para ayudar a los demás, y sí, hay que denunciar, denunciar fuerte y claro, no solo al sacerdote, hay que hacerlo con el familiar, padre, amigo y conocido que abusa. Lo que viví me lleva a pedir justicia por cada caso, sea víctima de religiosos, o familiares o conocidos.

Y la misma Biblia lo dice, "Ay de aquél que robe la inocencia a un niño, pues más le valiera atarse al cuello una piedra de molino y aventarse al mar"…

jueves, 25 de marzo de 2010

Entre la ciencia, la razón, el matrimonio y la infidelidad

Difícilmente comprendo a qué se refieren con: la infidelidad en el hombre es genética y en la mujer es emocional. Hatos de hombres y mujeres en un acto más animal que humano encuentran su perfecta justificación en esta teoría insulsa.

Quizá sí, biológicamente puede ser explicado y existen estudios serios en donde se demuestra que así es, pero también ha sido probado que ser un animal sexual irracional trae problemas incontables, infelicidad al por mayor, frustraciones y en muchos casos desgracias innumerables para la base de la sociedad que es la familia, y no es bueno y no es inteligente.

Vamos a pensar por un momento no como animales, sino como seres humanos.

La infidelidad es un acto egoísta, carente de valores, no genético. Siendo el albedrío mucho más poderoso que las hormonas y un gen. La mente integrada al espíritu es aún más poderosa que un instinto, y por eso, somos seres racionales, capaces de tener sentimientos y distinguir lo que un perro o un semental no pueden.

Y pregunto al aire, ojalá alguien me puede ayudar a resolver estas incógnitas: ¿La ciencia está realmente resuelta a demostrar que la razón no tiene oportunidad de ser, es decir, el albedrío vale ya tan poco, que se está ayudando al ser humano a ser cínico? ¿Estamos en una sociedad que devalúa el valor de la unidad familiar, en favor de un acto animal que responde solamente al placer de una persona, la satisfacción de un instinto? ¿Somos en verdad ya, tan descarados, que nos asumimos un accidente genético y no un milagro tomando en cuenta todas las condiciones que se requirieron para nacer y pensar? ¿Por qué ser infiel, cuando se puede ser honesto y cerrar la puerta de ese ciclo que ya no da para más, o sólo es el pretexto para ser un perfecto animal controlado por un gen? ¿Y finalmente, somos todos un “cotorreo genético" que nos permite abusar, exceder y denigrar nuestra propia existencia, al punto de que ya no nos sorprende nada?

Una servidora siempre ha creído que el amor es el sentimiento más noble y elevado que como seres humanos podemos experimentar, tanto darlo, como recibirlo. Y no me refiero a la simpatía, atracción o pasión, me refiero al amor como ese sentimiento vulnerable y delicado que resalta las virtudes del prójimo. Dentro de este sentimiento está el amor a los padres, a los hijos, a los hermanos y sí, ese que nos la pasamos hablando de él día y noche, con amigos, con primos y familia, y la razón por la que estoy escribiendo estas líneas… el amor por la pareja. Ese que cuando no es satisfactorio nos lleva a la puerta de la infidelidad.

Pero no es porque sea la mejor opción ser infiel en un mal matrimonio, el infiel es un ser humano insatisfecho con todo, con la vida, consigo mismo, y lo peor, insatisfecho sexualmente. Mi teoría es que los infieles lo son, por que no saben ni cómo tener relaciones sexuales, no tienen idea de cómo complacer a su pareja. ¿Quién dejaría a una pareja que te sabe complacer, que se preocupa por el otro, por hacer sentir?. Si fueran seres humanos que se preocupan por su pareja, simplemente sería por amor y cuando amas no eres egoísta, y sólo quien se ama, puede amar.

Así pues dudo mucho que una persona que se ame lo suficiente acepte ser el otro o la otra, para ello se requiere una carencia infinita de respeto por sí mismo, marearte con la idea de que eres más que la pareja del que es infiel, cuando en el mejor de los casos, si esa relación llegara a buen término cuando se divorcie y se casan, a no mucho tiempo de distancia también le pondrán el cuerno. Y la otra opción, es que, la bruja nunca es tan bruja, ni el ogro es tan ogro, y jamás los dejarán. Nadie gana con un infiel.

¿Qué me ha llevado a estas conclusiones y pensamientos? La vida y mucha lectura.

Nena O'Neil, antropóloga social-sexual, que experimentó la libertad de un matrimonio con puertas abiertas a los experimentos sexuales posibles de turno, en pro de una experiencia de matrimonio nuevo -tema que aborda en "Matrimonio Abierto"-, terminó aceptando en su libro "La Premisa Matrimonial" que la pareja debe tener un valor extraordinario, así como el matrimonio y el compromiso.

Masters y Johnson, expertos en sexualidad y comportamiento humano, con una vasta bibliografía, definen como perversiones muchas de las conductas animales que estos científicos tan... mmm... innovadores, quieren darnos como panacea; es decir, el origen de todos tus males es genético, culpa a la naturaleza, no te hagas responsable de tu vida.

Expertos en psicología y relaciones humanas, interpersonales y transaccionales: Yianla Vanzant y Rubén González Vera. Sus estudios y sus teorías en donde la riqueza de un trabajo personal integral, la capacidad de amarse uno mismo, la posibilidad de vivir mejor en pareja, compartir lo mejor que tiene cada uno con el propósito de mejorar a la pareja.

Y recientemente Kate Scott de la University of Otago de Nueva Zelanda realizó un estudio en donde se destacaba que el matrimonio reduce los riesgos de depresión y ansiedad -estudio realizado con 34 mil 493 personas en 15 países- y puede fascinarme esta conclusión del estudio: “el matrimonio es bueno para la salud mental de ambos sexos, no sólo para las mujeres, tal y como habían concluido estudios anteriores, pues éste evita trastornos mentales y depresiones”.

Así pues, tenemos una diversidad de opiniones, tanto sociológicas, psicológicas y fisiológicas, sin embargo en cada uno queda la decisión final, meditar y actuar para vivir de la mejor manera, y cada ser humano sabrá qué prioridad le da a la inteligencia y el orden para el bienestar personal. Asumirse como un ser humano con fallas es válido, y se puede buscar ayuda, soluciones, pero nunca asumirnos como un animal irracional.

Bienvenidos al rincón de la libélula

Hola, mi blog es un medio para que juntos emprendamos un camino de amistad, complicidad y comprensión de mi vida, quizá no soy un personaje famoso, pero sé que tengo mucho que decir. Pretendo con cada letra y cada palabra conocer y reconocerme en el mundo, decir lo que pienso sin que me tenga que callar y explorar lo que existe en los rincones y mente de un ser humano con más inquietudes que respuestas.

Este proyecto personal sólo lo puedo hacer junto contigo, con cada comentario que me hagas y con cada vez que me leas. Por ello gracias y bienvenido.

Acomódate y ¡a comenzar esta aventura!