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miércoles, 18 de abril de 2012

La cultura de lo mexicano y la costumbre del secuestro ciudadano

Qué triste y qué horrible es encontrarte, de pronto, en medio de una manifestación. Sea el tema que sea, se defienda el derecho, la protesta que sea; el coraje, el miedo, la impotencia y la insatisfacción que me pueden producir un grupo de personas irracionales, inconscientes, inconstantes, manipulables y estúpidas, que, con el pretexto de ser "estudiantes", "ejidatarios", "campesinos", corrompen el sistema, vulneran mi seguridad y derechos humanos -donde diablos está el defensor de mis derechos humanos en estos momentos-, pasan sobre mi privilegio de vivir en paz, de circular libremente por donde yo quiera, de ir a trabajar, de utilizar un transporte por el que pago, sin contar el caos que producen en las vías de comunicación federales y/o estatales, el quebrantamiento de leyes; y por si fuera poco se pasan por el arco del triunfo al sistema Judicial Federal y Estatal.

En México es imposible que en estos momentos estemos en guerra, pero parece que hay una, que comienza con el sentimiento de ultraje, pero que no ha podido mover conciencias... un tanto indignados con el "henano vorrasho" (sic) y un mucho "encabritados" con el desplome del partido que comenzaba a tener ¡Por fin! una luz en el camino a la presidencia, que origina un desencanto de 12 años sin soluciones concretas. Un desencanto con la clase política, la que, ha demostrado que: no importa el partido, ni la ciudadanía, simplemente hay que mantener el poder.

Y es que ver circular miles de pesos por la bolsa de los políticos, cuando una familia promedio suda la gota gorda para obtener un par de bolillos y frijoles para la comida y la cena; señores míos eso no solo duele, arde, quema, retuerce, enferma, violenta y hace que se levanten los demonios que llevamos dentro. ¡Claro! Esto sucede con gente conciente, pero lamentablemente no tienen eco en la actitud pasiva, estúpida e intolerable de la mayor parte de mexicanos que prefieren cegarse por voluntad propia, a reaccionar con todo para exigir un mejor país, respetando los derechos de los demás. ¿Necesitaremos realmente una guerra, para que reaccionemos, para despertar por que no queremos?

Viendo el país como está, creo que es una insolencia y una estupidez, que la mayor parte de personas quiere todo gratis —ciudadanía y políticos, ningún país puede sobrevivir y estar de pié con ese tipo de gente—, todo se quiere libre de esfuerzo, que nada cueste —exceptuando las fiesta, chelas y el pomo, a eso si ni pero le ponen aunque suba de precio, y aunque se endroguen pidiendo prestado—- y sin ningún esfuerzo; es un absurdo ver personas que de estudiantes tienen muy poco, que de trabajadores tienen nada, de luchadores sociales son un fraude y de vándalos tienen demasiado, que les vale más andar haciendo desgarriate y medio por "volarse" clases, no ir a trabajar y sentirse "supermanes" mexicanos, asustar y sobreponerle al miedo el terror, con el pretexto de la lucha social. Y los que no, con el simple pretexto de no trabajar mantenerse en su papel de indignados, violentados... violentando a los demás.

El detalle es hacer como que estamos, y hacer como que trabajamos, y hacer como que pagamos, y así se nos va la vida en la miseria y el sueño de ser mejores sin intentarlo.

Quisiera culpar al gobierno por tanta estupidez acumulada, pero también a la sociedad dormida y comodina. Una vez mi padre me dijo: "A las personas no les preocupa estar en un fango de estiércol hasta la barbilla, pero se molestan si les hacen olas y estas les llegan a la boca". Lamento informarles que en México habemos muy pocos que estamos haciendo olas, y sobrepasan su cabeza y los grandes monumentos a la mentira mexicana de bienestar y confort popular; y es por que a mi me molesta el estiércol, me enoja y me da rabia que exista gente corrupta como todos los protagonistas de los videos, escándalos, incumplidos que hemos visto.

Y regresando al tema con el que inicié, si fueramos cualquier otro país, a la gente que irrumpe bloqueando calles, destrozando camiones, dañando propiedades públicas y privadas, y sobre todo privando la libertad de acción y libre circulación, en el lugar al que pertenece o vive, éstos serian terroristas. Con lo que sucede cada día de marchas en los que muchas personas nos quedamos secuestrados sin poder movernos del auto, ya hubiera demandado a los responsables por secuestro y privación ilegal de la libertad. Es horrible querer llegar a tu trabajo o a un compromiso y no poder hacerlo porque de ninguna manera puedes moverte.

Desgraciadamente las autoridades no son parejas y existen diferencias en los derechos de los ciudadanos y así se siguen vicios que provocan que estos desquehacerados, montados en su papel de víctimas, anden sin pena ni gloria por todos lados -ciudades o pueblos, ya no distinguen-, manifestantes a los que confundes con criminales y en ciudades como Texcoco, diversos grupos, hagan de todo y nadie les dice nada, -recordemos lo que pasó hace unos ocho años, en donde se me hizo increíble que un rector de una universidad permita tener 25 unidades de transporte público (robadas) en sus instalaciones!!!!- y uno se pregunta muy en serio, si en las universidades enseñan cosas mejores que el vandalismo.

Mi pregunta concreta en este momento a diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores, incluso al mismísimo Presidente de la República: ¿Pueden darle a alguien la tarea de reglamentar de una manera más eficiente la forma de manifestarse? Es más, ¿Pueden habilitar a alguien, para que haga cumplir la ley? Para que pueda una persona ir sin temor de que sus derechos sean violados por una bola de sujetos irracionales a trabajar; cúantas horas hombre, multiplicadas por dinero están dispuestos a perder, por causa de gente que no respeta los derechos fundamentales de la sociedad. Porque no es más válido que las personas se manifiesten, como mi derecho a circular, a llegar temprano, a caminar con mi hijo por las calles.

Si la respuesta de todos estos personajes es no... ¡No sean tibios por favor! Nadie agradece líderes tibios. Estudiantes a las escuelas, los demás a trabajar. Ya hay muchas desgracias en México, como para que la juventud aprenda que en México, eres mejor si violas la ley, alguien tiene que decirles que los videos de escándalos políticos, la falta de seriedad, el incumplimiento, no va. Que eso no es de una Gran nación, que nuestros ancestros, no eran flojos; y que hoy lo que se tenga que hacer se debe hacer y punto.

Disciplinar a un pueblo holgazán es una tarea muy difícil. Para trabajar, sólo hay que ser creativo, no sentarte a lamentar que un gobierno fue injusto, cuando tú no hacías nada, que hay una guerra contra el narco, cuando tú permites que tu vecino venda drogas, o como madre, le compras a tu hijo sus drogas, para que lo haga en tu casa y no en la calle. Ojo con los que sembramos y los que aceptamos. El México de hoy, es resultado de la indolencia de ayer.

viernes, 3 de febrero de 2012

Apartidista


Quiero, aunque sé que no debo y sería la última cosa que debiera de importar —para efectos de conocerme—, aclarar algo: no soy Panista, no soy Priísta, no soy Perredista, ni nada que se le parezca; no milito en ningún partido, no creo promesas hechas en una campaña, —equivalen a los “te amo” y a las promesas que se hacen cuando tienes relaciones sexuales; una vez que se termina la calentura, se les olvidan— hasta las últimas elecciones que participé, votaba por el menos malo.

Creo que esa no es la solución. Y ha sido la condena de México a la mediocridad. Realmente estoy harta de tener que leer plataformas políticas, propuestas y al final de cuentas, el candidato no tiene la calidad moral para sustentar y cumplir la plataforma, y sus promesas se las lleva el viento y el tiempo.

En ocasiones quisiera que a todos los mexicanos, como me pasa a mí, no los definiera un partido, y mucho menos un candidato, ni en su vida, ni en sus relaciones. Familias enteras se han dividido, por motivos políticos, y ellos, en fiestas, se divierten con nosotros y a nuestras costillas, se reparten los puestos, los botines, los impuestos, los recursos.

Ojalá como seres humanos, a esas personas, pudiera llegarles lo que pienso al respecto, decirles que me definen mis acciones, mi empatía con las personas, el trabajo cotidiano, la superación de los problemas y obstáculos que me pone la vida en mi camino. No tolero las injusticias y antes que nada, soy un ser humano, que jamás se peleará con sus seres queridos, por una vasca que sólo persigue el poder a toda costa.

Y algo que quiero que quede bien claro, no estoy en contra de ningún militante, de ningún partido, estoy en contra de la incoherencia, de los insultos, del poco criterio y de lo ilógico. No puedo desacreditar a una persona que quiera votar por Andrés Manuel López Obrador, pero tampoco al que votará por Enrique Peña Nieto o por Josefina Vázquez Mota. Sin embargo me asusta que el abstencionismo sea de más del 50%, que esos candidatos no le arranquen al ciudadano, las ganas de votar por ellos.

No acepto que me digan infantiladas e insultos por expresar lo anterior, o cuando hago notar las incoherencias de algún político, que no me gusta que las personas busquen que todo sea gratuito, amparándose en la “izquierda” mexicana, y por ello ponerme etiquetas, que son ridículas —Como muchos seguidores de Morena, que me dicen Panazi, oligarca, etcétera— o a lo absurdamente estúpido, diciendo que a mí me paga algún partido, activista o secta por decir lo que pienso.

Nunca, por una ideología política he denigrado, acosado y sobajado a nadie hasta cansarme. Y menos cohersionado a nadie para que deje de ser mi amigo, o deje de votar por quien su real y regalada gana le dé, ¡Porque eso se me hace tan infantil! Y espero que para las próximas elecciones del mes de julio, los seguidores de cualquier partido, eviten agredir, amenazar, atacar, lastimar o dañar a nadie. Tenemos derecho a tener diferencias políticas, ideológicas, pero ellas son sólo un aspecto, de los miles que tenemos.

Debemos entender que mientras se siga con ese tipo de interacción, seguiremos teniendo la Monarquía Democrática que tenemos. ¿Qué es una monarquía democrática? Los políticos que se perpetúan en el poder, cambiando de partidos, de cargos, de secretarías y chapulineando, ellos, sus hijos y ahora hasta los nietos, con tal de no perder el poder político. Y nosotros atacándonos, y desgraciándonos la credibilidad, cuando son ellos, los polìticos, no nosotros, el enemigo.

¿Qué hacer? 

Vota analizando las plataformas, al candidato y pregunta cómo lo van a lograr. Si ningún candidato te convence, no seas abstencionista, usa tu credencial como identificación, pero también como un instrumento para interesarte en que se escuche tu descontento. Es mejor votar por tu vecino, por tu abuelito, por ti mismo, o votar nulo, que no votar para nada. Y si haces esto último, tienes que andar atrás de tu legislador, de tu senador y que sepan, que los estás vigilando.

Por lo demás, no me agrada la gente que agrede porque políticamente se piensa diferente.

No me agrada la gente que agrede por que otra persona prefiere trabajar dignamente y no sangrar al gobierno, que a final de cuentas se maneja con dinero de los contribuyentes.

No, no estoy de acuerdo. No lo acepto. Es muy estúpido. Sobretodo porque a los políticos, no les interesamos un comino. Y la única opción que como ciudadanos tenemos, es, participar, interesarnos y actuar.

Para el político Mexicano, su Dios es el dinero y su amor es la impunidad.