miércoles, 11 de enero de 2012

Letanía para conseguir galán

En un día donde mi mood era totalmente depresivo, me senté, esperé y entonces, vino a mi la letanía que comparto -Y poco a poco se irá enriqueciendo-.

San Damián, que no sea patán.
San Alejo, que no sea pendejo.
San Vicente, que no sea impotente.
San Gamaliel, que no sea infiel.
San Amador, que sea bien trabajador.
San Herculano, que no sea un enano.
San Raymundo, que me lleve a conocer todo el mundo.
San Juventino, que se quede conmigo todo el camino.
San Gilberto, que no sea mamerto.
San Isidoro, que no sea codo.
San Isidoro, que no sea codo.
Santa Zita, que no la tenga chiquita.
San Cliserio, que con el compromiso sea serio.
San Silvino, que se aun caballero muy fino.
Santa Beatriz, que conmigo sea muy feliz.
San Godofredo, por favor que no sea feo.
San Javier, que le guste comer con G.
Santa Pilar, que me dé mucho dinero para gastar.
San Librado, que sea bien apasionado.
San Pomposo, que sea bien amoroso.
San Eleuterio, que no sea majadero.
San Nicanor, que no sea golpeador.
San Damián, que no sea un gañán.
Santa Lidia, que me tenga bien consentida.
San Federico, que no le apeste el océano!
San Simón, que sea bien tragón *así como yo comprendo* ok no!
San Ramón, que no sea cabrón.
San Romero, que sea soltero.
San Eleodoro, que no sea Pedorro.
Santa Sabina, que no consuma cocaína.
San Patricio que sea bueno pa'l fornicio.
San Fructuoso, que sea bien lujurioso.
San Nicanor que sea cumplidor.
San Federico, que tambien sea rico.
San Pedro Nonato, que no sea pazguato.

Nota: en cursiva están aportaciones de mis amigos tuiteros.

martes, 10 de enero de 2012

La devaluación de los héroes, la falta de ejemplos


Hace tres décadas los niños teníamos ejemplos sólidos, tanto de autoridad, educación y de buenas costumbres y con todo ello, se escuchaban historias que bien podrían haber sido leyendas urbanas. Nuestros héroes, que no eran dibujos animados, eran los cantantes, deportistas, artistas plásticos, literatos, payasos, magos y cualquier persona que gozaba de fama, se convertía en nuestro ejemplo, en un héroe. Y en ese tiempo al menos guardaba ese toque mágico, esa pauta ideal, que nos decía: “¡Por aquí!”.

En estos tiempos, en el que a los niños se les deben inculcar valores, buenos principios, todo está tan confuso, tan incongruente. Sí, alguien les dijo a los niños que tienen derechos, y afortunadamente eso detuvo mucho abuso contra los pequeños en éste país, y quizá en otros. Pero no todo son derechos, éstos implican las obligaciones, y ¿quién les inculca las obligaciones? ¿Qué hacen ahora, quienes se supone deben educar a los niños, quienes deben de ser sus guías?

Hoy los niños ven ejemplos en deportistas que por una razón u otra, son primera plana en cosas de mal gusto, en asesinatos algunos, en golpes a sus parejas; futbolistas que insultan, son promiscuos, secuestran; de luchadores vinculados con el crimen; artistas que se desnudan, dan shows de ebriedad y mala educación; criminales y narcotraficantes que acaparan las primeras planas de los diarios y revistas. Y un largo etcétera.

Como madre, eso es algo que me preocupa, pues, cómo le digo a mi hijo que eso está mal, que la prensa promueve criminales, que en la tele ya no hay esa distancia entre la violencia, la mala educación y los vicios de los héroes infantiles. Vaya, ni siquiera hay caricaturas o programas en los cuales, los niños puedan ver que hay cosas que no están bien, que no es correcto que sucedan.

Ya no existe un patrón, una guía que les sirva para entender qué está bien y qué está mal. ¿Cómo le pides a tu hijo que se porte bien, si su ídolo futbolista es un secuestrador? ¿Cómo le pides que respete, si en la serie de moda, lo que más se ve es la falta de respeto a los padres?; y si a esto le agregamos la ausencia paterna porque hay que trabajar, y entonces, por esas ausencias, la permisividad es total, entonces tenemos un niño o niña que hace lo que le venga en gana.

¿Le sumamos un poquito más? ¡Ok!... pero el papá que está ausente todo el día en el trabajo, le regala lo que quiere y le da la gana… Pero la mamá que había castigado al hijo porque no trabajó en la escuela, le pegó al amiguito… entonces se pelea el padre con la madre, pues es injusta y él no está con el niño y un largo etcétera en recriminaciones, que si tiene suerte el pequeño, los padres lo harán sin que los vea, y si no, la joda que le darán emocional al hijo se suma a todo lo que ya he dicho.

O cambiemos el panorama tradicional, el hijo que está todo el día en la escuela, llega la madre que se parte en diez todo el día para darle lo mejor a su hijo, y entonces para reponer su ausencia, le compra todo lo que el niño quiere, sin importar todo lo que ha hecho mal, sin corregirlo, sin compromisos, sin formación, sin límites, sin respeto.

O qué tal que hablamos de una familia disfuncional, un padre alcohólico, golpeador, abusador, agresor. Qué tal una madre alcohólica, drogadicta. O… ¡Alguien en este punto ya se ha dado cuenta de los monstruos que estamos engendrando y que serán verdugos de nuestra sociedad?

A mí me preocupa, me inquieta, me abruma pensar en todo esto. Me está costando trabajo educar y formar a mi hijo, me la paso tratando de contrarrestar lo que ve, lo que oye. Y no veo, y pocas veces leo en twitter, facebook, blogs, o medios de comunicación, que se interesen por este tema.

Y a veces creo, que tenemos mucho que hacer por los niños. 

sábado, 31 de diciembre de 2011

Cerrando el círculo llamado 2011


Fin de año… ya tengo las cartas a mis ángeles, ya tengo la veladora, ya limpié mi recámara, estoy guardando todo lo que saqué y tengo que empacar, ya puse el agua en el vaso que voy a aventar por la puerta, los papeles que voy a quemar en la hoguera personal del 31 ya están en la cubeta, las uvas en las copas con mis 12 deseos-metas ya pensados y meditados.

Y en esas reflexiones, de pronto pienso en que es un año más que se va, me empieza a estresar el hecho de que mientras más años almacenas en el expediente personal, más rápido pasa el tiempo, los ciclos se repiten cada vez más rápido y entonces te preguntas ¿Qué queda, qué hay además de la rutina, de lo cotidiano, de vivir con prisa, de resolver problemas, de tantas cosas que ocupan nuestra mente y tiempo? ¿Qué hay atrás del error, de la equivocación, de fallar en un proyecto, en un trabajo, en lo que sea que no nos deja dormir? ¡La culpa, la equivocación, la burla de los demás nos da la más cordial bienvenida a la pesadilla de terminar el año repasando nuestros errores, no para corregir, sino para recriminar!

Sí, ya se, nos sentimos mal por equivocarnos, y no nos damos cuenta que estamos haciendo algo; pesa sobre nosotros como la muerte misma, una equivocación, el hacer algo mal, como si nacieras con todas las habilidades del mundo, o como si fuésemos perfectos, y lo preferible fuera no hacer nada para no equivocarte, para no padecer a los demás. Y lo peor, lo grave, es que nadie te ha dicho que tienes el derecho sagrado a equivocarte, y de asumir las consecuencias, aceptarlo, y finalmente moverte a lo que sigue.

Sin embargo en esos momentos de calma, que se encuentran fácilmente en el caos, cuando callas todos los ruidos molestos, ves las nubes, el sol, la mariposa que pasa frente a ti, y caes en cuenta que, hay algo más grande que tu, más grande que tu pequeño mundo.

Es impresionante cómo se nos olvida vivir, en lo que resolvemos nuestros problemas, y nos perdemos tratando de encontrar respuestas donde no las hay, nos olvidamos de sonreír por estar sobreviviendo, nos olvidamos de agradecer lo que tenemos por estarnos defendiendo, pedimos mucho y damos lo mínimo, exigimos lo máximo y agradecemos tan poco.

¿Cuándo ofrecemos algo, gustosos de saber que tendremos una bendición extra en nuestro camino? ¿Cuándo es ese momento para ser justo con los que nos rodean sin cuestionarlo todo? ¿Cuándo dejaremos de culpar a Dios por todas nuestras decisiones y mejor aprendemos la lección?

Tantas cosas que, en este tipo de días en los que se cierran círculos, puedo pensar con un poco más de tranquilidad y concluir que, agradezco lo bueno, lo malo, lo que tuve, lo que no logré porque todo ello, en su conjunto y mirando hacia atrás, ha logrado moldearme en el ser humano que soy hoy. No soy perfecta, pero soy.

Este 31 de diciembre, en el que un año lleno de retos, emociones, tristezas, decepciones, llegadas, partidas y todo lo que en él queda, termina. Y en ese trance de iniciar el año y vivir al máximo todo, sin abreviar lo bueno, lo malo, lo bello, lo desagradable… todo… pido para todos y cada uno de ustedes, que en este año 2012, mientras transitan por la existencia cotidiana, tengan el gran regalo de encontrar la vida en su vida.

martes, 13 de diciembre de 2011

México, el gran país incongruente


México es una nación, como no creo exista otra en el mundo. Somos un mar de incongruencias, contradicciones, justificaciones y no logramos avanzar porque somos más chistosos que trabajadores, más astutos que dedicados, comodinos, convenencieros y más flojos que un oso hibernando.

De aquí desprendo una serie de reflexiones que, a veces, me dan escalofríos.

Y es que, mientras existan ciudadanos que sean "más vivos" que los jefes, empleados saqueen la papelería de la oficina para la escuela de sus hijos; veamos asuntos personales pagados por la empresa, llamadas extensas a nuestro ligue en turno pagadas por todos menos por nosotros, saquemos fotocopias de documentos personales con cargo a nuestra empresa u oficina, en nuestra vida cotidiana seamos miserables pero cuando son viáticos de la empresa, pedimos el platillo más caro; reclamemos corrupción en las instituciones, y si alguien muere por vándalos, pidamos que a la institución encargada de hacer velar la ley, se le juzgue y a quien disparó, cárcel.

En breve, pedimos que se haga justicia en el vecino y no en nosotros. ¿Qué tienen qué criticar a políticos, si ustedes son igual o peor que ellos? Lo que digo reiteradamente: hablan mal de ellos, porque no están en su lugar para hacer lo mismo. Los extremos son muy fáciles de tocar, la media es “el reto”.

Ser justo e imparcial, defender al inocente sobre el perverso, actuar correcta y congruentemente, por lo que leo y veo diario, es tan difícil.

A veces no entiendo hasta dónde somos parte del mismo circo del que nos quejamos... queremos un país justo, pero nos reímos... cuando nos burlamos del SAT y no pagamos impuestos; vemos al viejito al que se le caen unas monedas y en lugar de alcanzarlo y regresarle su dinero, nos lo guardamos y cuidamos de que nadie nos haya visto. Los jóvenes se guardan el cambio de lo que su madre les encargó, y cualquier orden que les den, sacan el chantaje emocional para que no les digan nada; si no obtienen algo, sólo porque lo quieren, no importa si lastiman a alguien, lo obtienen.

Como hijos somos unas pistolas al insultar a nuestros padres, al patear a un viejito, o a un ciego que pide limosna. ¿Qué valores le estamos enseñando a nuestros jóvenes? Intolerancia, egoísmo, obtener a como de lugar lo que quieren, no esforzarse... de verdad que ¿esa será la sociedad del futuro? No, no estoy de acuerdo.

Nos sentimos chingones, cuando le ponemos el cuerno a nuestra esposa; como mujeres nos atascamos la boca, al decirle bruja a la esposa del cuate del que decidimos ser amantes, sabiendo que no somos las únicas, ah ¡pero somos reinas en ese momento de fregonería!

Como sociedad, lavamos la conciencia tan marrana que tenemos, pisando a morir al que se equivoca, juzgando al que hace bien las cosas, culpando a todos, menos a nosotros mismos de nuestras desgracias. ¡El problema no es este hermoso país! Es su gente. Nuestra oportunidad de oro radica en que, siendo el gran problema, somos los únicos que podemos darle solución

¿Nos importa realmente, nos atrevemos a cambiar?

¡Muy buena pregunta!

jueves, 24 de noviembre de 2011

Día de Acción de Gracias

Después de tanto tiempo sin escribir, estoy de vuelta. Y en esta ocasión es para reflexionar juntos sobre un tema que, cuando lo pienso, no debería de tener un día para festejarse, igual que el día de las madres, el día de los abuelos, el día del niño, o el de prevención contra el cáncer de mama; sin embargo la realidad es que, siguen existiendo madres que no son tomadas en cuenta, abuelos que son olvidados, niños maltratados o abusados y mujeres que no se autoexploran a las que finalmente, se encuentran llorando su diagnóstico tardío y en peligro de muerte.

Agradecer debería ser siempre una actividad normal, consciente y de todos los días; los padres deberíamos inculcar este hábito en nuestros pequeños. Y por ello, un día dedicado a dar gracias, sea del país que sea, independientemente del suceso que dio origen a esa celebración, realmente me parece que no está de más.

Pueden preguntarme o decirme que esa fiesta es una “gringada”, para qué festejarlo, no hay una fecha que pueda tener equivalente en México y que es pura mercadotecnia. Ok lo podemos considerar. Podría ser como la navidad, fecha en la que pocos conocen los significados, las reflexiones por hacer, y me atrevo a pensar, muy pocos siguen la tradición y los rituales previos, como lo es festejar y celebrar junto a la familia el adviento.

Ahora, también creo que nadie se ha tomado la molestia de proponerlo sinceramente y llevarlo a cabo, o bien sugerir que se festeje, por qué como siempre, el falso patrioterismo mexicano los hará blanco de calumnias, de injurias y, digamos que realmente parece ser que está de más.

Ahora, nos la pasamos copiando el estilo de vida norteamericano… ¿Por qué no copiarles lo bueno? ¿Por qué no tomar lo mejor de la Aldea Global conocida como Tierra? Y pensemos cómo está México, nos falta mucho para poder salir del hoyo en el que solos nos metimos por no tener valores, por sólo pedir y no esforzarnos, y menos agradecer, porque creemos que es obligación de todos, menos nuestra dar todo por lograr lo que queremos en la vida.

Es hora de no sólo ser buenos para pedir, ver qué nos falta, es hora de también saber agradecer: por lo que somos, lo que tenemos, de tener a personas con quien podemos compartimos nuestra vida, por nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestros retos… hay tantas cosas que podemos agradecer, y no lo hacemos.

Como diría Violeta Parra en una de sus canciones: Gracias a la vida, que me ha dado tanto…


Feliz Día de Acción de Gracias

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Quieres ser madre soltera?


Hoy quiero compartir algo que, desde hace muchos años le doy vueltas y vueltas, y generalmente llego a la misma conclusión. Y es que no entiendo por qué, tan modernas somos las mujeres, que a fuerza tenemos que llenar un rol, que por los nuevos retos, no podemos llevar a cabo al 100%. Y sí, hablo de ser madre, principalmente soltera, y más, hablo de ser madre.

Y no es que sea una mala idea, no; tampoco es algo que te satanice, pero tampoco es algo que glorifique, la tarea de ser madre tiene una serie de bemoles que, hasta que te encuentras en la aventura, descubres. Simplemente tu vida pasa completamente a un segundo plano, para que tu(s) hijo(s) ocupe(n) el primer plano de todo.

En lo personal, ser madre es algo que no planee, mis diagnósticos eran: “no puedes ser madre”, y a pesar de que llevaba un cuidado, me confié, además estaba enamoradísima, en una relación —según yo estable— y cuando supe que estaba embarazada vivía con el papá de mi hijo, pero aún así, con los castillos en el aire, y con ese enamoramiento estúpido que tuve, ni vi con quien me involucré, ni el peligro de poner mi vida y la de otro ser en manos de alguien que no tienes idea de cómo responderá ante tal compromiso, y mucho menos que fuera a fallar de tal manera con un compromiso de una vida nueva.

Y al final de cuentas, como mujer, eres la responsable de los hijos. Te vuelves madre y padre, aunque tengas marido, la mujer es la que parió y es la que responde. Y es aquí cuando te enfrentas a la realidad, y si te fue bien, tendrás apoyo, si no, estarás sola.

Y si bien es preferible estar sola que padeciendo la irresponsabilidad de un hombre, la mayoría, sin mostrar el mínimo interés por sus hijos, es cuando reflexionas: “si su hijo, no lo mueve —y ahí la cosa esta muy pesada—, nadie ni nada lo hará”.

Así pues, en nuestros tiempos, mujeres en una afán de ser “muy mujeres” proclaman a los cuatro vientos que ellas pueden ser madres solas, y yo digo, sólo que sean hijas de millonario, y ni así es garantía de que no van a tener problemas, o de que puedan trasladar su responsabilidad a otra persona, háganlo a sabiendas de que pasarán muchos días y noches muy amargas.

¿Por qué?

Punto uno: vivir sola y ser responsable del sustento familiar en todos los aspectos, es una verdadera joda. Y si vivir con un hombre puede tener más desventajas, tener una sola toda la carga es realmente una pesadilla.

Punto dos: los buenos trabajos, con buenos salarios son muy raros. Y si te toca estar en uno, eres suertuda. La mayoría de trabajos pagan a la semana 1000 pesos y no te dan seguridad social. Y entonces te preguntas ¿quién te cuidará al hijo? Si tienes suerte te lo cuida tu familia, si no, expones a tus hijos a: abusos sexuales, físicos, verbales, bullying y un largo etcétera.

Punto tres: costo de la vida, costo de un hijo. Entre pañales, leche, talco, y más suplementos, hace 7 años, gastaba al mes con todo y guardería para mi hijo, más de 4,000 pesos al mes. Si tienen la suerte de contar con una buena familia, no pagarán renta, luz, agua, gas, que si no la tienen, pensamos en 7,000 pesos. Algo así. ¿Seguimos sumando? Comida, pasajes o carro, gas, composturas unos 4,000 pesos más. Y si les toca un enano como el mío, que le afecta lo que hizo su padre, entonces agregamos psicólogo, médicos. ¿Más nana, más, más, más? De verdad no creo que nadie, por voluntad, quiera ser tan bruta para querer pasar por eso sola.

Punto cuatro: quieren ser exitosísimas profesionalmente, entonces renuncien definitivamente a la maternidad. Los hijos no son un experimento. Y menos capricho para demostrar el lado opuesto del machismo, para convertirlo en hembrismo, y decir que pueden con todo. Bastante problema es controlar uno su vida como para llevarse a un angelito entre los pies.

¿Quieren ser madres, no se resisten a ese encanto de la vida?, pues sacrifiquen su vida profesional. Se sienten solas, cómprense un perro. Quieren que las cuiden cuando estén viejas, entonces paguen un asilo. Un hijo no es mascota ni geriatra. Ser madre soltera por voluntad es un error garrafal.

Ah, y tampoco es lindo pertenecer a un grupo cautivo para los bastardos políticos, que prometen despensitas pendejas y 2000 pesos por un voto.

Y lo peor de todo es que, realmente no disfrutas a tus hijos como debiste, no le diste la atención que necesitaba, y en ese inter, tu hijo puede volverse ingobernable, acostumbrado a que, para lavar las culpas de tanta ausencia, le das todo; ¿y qué pasa? que no valora nada, se acostumbran a tener todo, a chantajear y entonces, cuando no tienen del novio lo que quieren, usan violencia emocional, verbal y física; sí, por esa costumbre de darles todo, pueden llegar a matar, y entonces reaccionamos y nos preguntamos, ¿qué hicimos mal? ¿Cómo nos convertimos en responsables de la crianza de un hijo criminal!

Todas las que somos madres, no queremos que eso suceda, en lo personal mi hijo se volvió mi motorcito, mi fe; pero sí tengo miedo de equivocarme, descuidarlo y hacer algo muy mal, no poner atención a algo, y cambiaría mucho la historia, con tal de que mi hijo, tenga mayor estabilidad, y si bien hago todo lo posible por sacarlo adelante, y estoy en este embrollo tratando de resolverlo, por él, por un pequeño que no tiene culpa de nada, no comprendo que alguien quiera ser madre sola voluntariamente.

lunes, 4 de julio de 2011

Próximos 37

Para hacer pedazos a alguien, aliéntale con palabras hermosas, dale la esperanza de una promesa y luego rómpela. #SomebodyDixit

Me acerco irremediable y peligrosamente a los 37 años… y cada vez más me acerco al aniversario veinte de muchas cosas. Por ejemplo: voy a cumplir 20 años de haber tenido a mi primer y único novio de manita sudada, veinte años de mi primer trabajo y todo lo que ha pasado desde entonces: estudiar, ser cajera, mesera, vendedora de piso, trabajar en proyectos freelance, obtener becas... muchas cosas en su vigésimo aniversario.

Le eché ganas desde chamaca, de niña trabajaba con mi tío, o con la vecina en su tienda, con la mamá de mis amigos en su tienda de materias primas, siempre tuve y trabajé por lo mejor. Sabía que lo que quisiera, lo podía lograr. Todo iba viento en popa a esa edad, el mundo apenas se iba develando ante mis ojos, estudiaba y trabajaba.

Cuando terminé la carrera y empecé a trabajar, me fue bien, siempre. Hasta hubo un momento en el que me dijeron, tú no vas a necesitar a ningún hombre, te puedes dar todo. Y entre eso y que me tocaba competir con hombres, por puestos, por espacios, por proyectos. En ese inter mis amigas de la universidad se casaban, y yo me volví demasiado independiente. Y un día me atreví a consumar mi propia maldición. “Para qué quiero a un hombre si yo sola puedo con todo”.

Después vino el diagnóstico que jamás esperé escuchar, mientras leía como la maternidad se posponía a mi me decía mi ginecóloga “nunca serás madre”... me dedique a trabajar, y divertirme, sin tener ni un novio. Hasta los 24, casi 25 años, y así luego de Germán, conocí a Paul, y luego conocí al padre de mi hijo, de las grandes expectativas que me había formado de tener un hogar y finalmente una familia con la promesa de mi hijo, todo terminó y fui madre soltera.

Después de que piensas que ya nada puede ir peor en tu vida, llegó el patadón final de la vida a mi soberbia, cuando el director de la institución, dio la orden de que me corrieran de mi trabajo, para meter a la sobrina, de la amante de un Subsecretario a mi puesto. Por cierto que ese mismo señor, ahora está acusado de peculado. A veces creo en la justicia divina.

Total que a casi tres años de quedarme sin empleo, tratando de volver a comenzar todo de nuevo, cayendo, levantado, cayendo, levantando... hasta parece prueba y error. Me doy cuenta que la vida me quitó todo. Y todo lo que alguna vez me sirvió para competir, ya no está.

La mujer delgada fue sustituida por la gorda, que es madre y que no puede estar un par de horas limpia. Los trajes sastre pulcros, ahora son jeans, manchados de manos y besos de mi hijo. Mi vida perfecta se fue al caño. Y ahora es una vida real, donde no tengo un cuerpo hermoso, no puedo depilarme cada quincena, nadie quiere estar cerca de mi (o dicen que tienen mucho trabajo, pero lo real es que, nadie está conmigo cada semana, ni en momentos importantes para mí y poderlos compartir, o difíciles para poder llorar).

Y para la edad que yo pensaba tener una familia, una vida compartida y lo mejor del mundo para mí y los míos. Mis planes... se esfumaron.

A estas alturas, veo el camino, pero no sé como retomarlo, sin dejar a un lado a mi hijo, cada paso cuesta el triple de la primera vez que lo intenté. Y encima de todo, tener que ser proveedora y guarda de mi familia, mi hijo y yo, está siendo muy complicado. Tengo miedo y voy a tener que recomenzar como hace 20 años.

Y por si no fuera poco, agréguenle a esta mezcla: que diario, por haberme equivocado y fallar en mi intento de hacer una vida en pareja soy lo peor para mi madre, no soy madre soltera, para ella soy una puta, las agresiones físicas y verbales, no se hacen esperar, y lo que más me duele es saber que soy víctima de muchas cosas, y estoy aterrada y no puedo hacer nada. Tengo una madre que con las cosas que dice, mi hijo tiene el Síndrome de Alienación Parental y se está volviendo todo un caos. Cuando el padre de mi hijo recuerda que alguna vez existimos en su vida, sólo habla para fastidiar y joder.

Tengo un pleito que igual que mi despido, lleva ya, casi 3 años. Lidio todos los días con: ahí va la ex de fulanito. En la escuela de mi hijo se lidia con el: es madre soltera. Sí, en esta sociedad moderna todavía llevamos el estigma de madre soltera, y es peor que ser divorciada.

Con mis amigas: ya todas nos casamos, y las divorciadas van por segunda vuelta y siempre preguntan ¿tú cuando? Y así es la vida.

En breve, estoy asustada, tengo miedo, no sé qué hacer y lo que quisiera hacer, no puedo hacerlo. Cuando logre conciliar mis demonios, la vida y el camino que perdí, espero que todo vuelva a la normalidad.