martes, 28 de febrero de 2012

Funeral

Ella caminaba por el pasillo de la Catedral de San Patricio en Nueva York, era un día oscuro y todo se veía en blanco y negro.

En el atrio estaba el ataúd, lo veía, ahí, en un sueño eterno. Sabía que era conocido, quizá era alguien famoso, porque había muchas personas, incluso se veían fotógrafos, periodistas. Se oían murmullos, también sollozos.

Todos comentaban lo increíble que era que él hubiese muerto. Él se parecía tanto al amor de infancia, y sin embargo, muchos desconocidos, y entre dolor y llanto ella a todos los veía en blanco y negro. Los santos, los vitrales, las bancas, la alfombra.

El ataúd era negro, él estaba vestido con un smoking, una corbata de moño. Sí, se veía tan guapo.

Cerraban el ataúd y lo llevaron al altar; al mismo tiempo, y sintiendo una enorme tristeza, se sentó a ver fotografías de ella y él.

Empezaba el servicio fúnebre, ella oraba, lloraba, lo extrañaba. Caminó al altar y ahí le entregaron un par de anillos de plata. Ella distinguía los nombres grabados, pero el de él no lo podìa ver, estaba borroso.

Recordaba cosas, pero no todo.

Abrúptamente terminaba el servicio. Todos se iban y ella no podía caminar más rápido, y se quedaba sola. Sola en esa inmensa Iglesia, hermosa, pero en ese momento, la más triste del mundo. Salía de ahí y miraba al cielo, buscando a alguien que la llevara al panteón, a darle a él, el último adiós.

No tenía como regresar a casa, ni podía ir al panteón.

Volteaba a ver la Iglesia, se veía enorme y de pronto se asomaba la luna. Todo estaba en blanco y negro. Notaba que su piel, sus ojos, todo, nada tenía color.

Encontraba a un amigo, con dos desconocidos, y la llevaba a la casa, donde vivió cuando era chica, los colores regresaban, y el miedo crecía.

La dejaban en la puerta de su casa, veía los anillos...

Y llorando desperté.

Si quieres una vida conmigo

Si quieres tener una historia conmigo, debes ser soltero, a mi no me gusta esconderme.

Si quieres que te respete, debes respetarme. No soy una cualquiera, ni soy ordinaria y espero que el hombre de mi vida, no sea un cualquiera y menos un ordinario.

Si quieres ser mi pareja, debes presentarme con toda tu familia, con todos tus amigos y con todos tus conocidos.

Si quieres salir conmigo, debes saber que no me gustan los antros, no me gusta tomar y ya no aguanto las desveladas. Nunca fui mucho de antro, primero no me dejaban, cuando pude disfruté, luego no podía y ahora no quiero.

Yo tengo un para siempre que ofrecer, nunca me ofrezcas ratitos, porque no los merezco y mucho menos los quiero.

Ámame, y para ti construiré un reino similar al cielo. Con hierro, fuego, agua y viento te defenderé, incluso con mi vida de ser necesario.

Si quieres que te trate como rey, trátame como a una reina.

Si quieres que te ame, como nunca antes nadie te ha amado, nunca me lastimes... porque de verdad ¡en la misma forma que se amar, puedo odiar!

Hiéreme, y te daré un infierno, del que sólo la muerte podrá salvarte.

viernes, 3 de febrero de 2012

Apartidista


Quiero, aunque sé que no debo y sería la última cosa que debiera de importar —para efectos de conocerme—, aclarar algo: no soy Panista, no soy Priísta, no soy Perredista, ni nada que se le parezca; no milito en ningún partido, no creo promesas hechas en una campaña, —equivalen a los “te amo” y a las promesas que se hacen cuando tienes relaciones sexuales; una vez que se termina la calentura, se les olvidan— hasta las últimas elecciones que participé, votaba por el menos malo.

Creo que esa no es la solución. Y ha sido la condena de México a la mediocridad. Realmente estoy harta de tener que leer plataformas políticas, propuestas y al final de cuentas, el candidato no tiene la calidad moral para sustentar y cumplir la plataforma, y sus promesas se las lleva el viento y el tiempo.

En ocasiones quisiera que a todos los mexicanos, como me pasa a mí, no los definiera un partido, y mucho menos un candidato, ni en su vida, ni en sus relaciones. Familias enteras se han dividido, por motivos políticos, y ellos, en fiestas, se divierten con nosotros y a nuestras costillas, se reparten los puestos, los botines, los impuestos, los recursos.

Ojalá como seres humanos, a esas personas, pudiera llegarles lo que pienso al respecto, decirles que me definen mis acciones, mi empatía con las personas, el trabajo cotidiano, la superación de los problemas y obstáculos que me pone la vida en mi camino. No tolero las injusticias y antes que nada, soy un ser humano, que jamás se peleará con sus seres queridos, por una vasca que sólo persigue el poder a toda costa.

Y algo que quiero que quede bien claro, no estoy en contra de ningún militante, de ningún partido, estoy en contra de la incoherencia, de los insultos, del poco criterio y de lo ilógico. No puedo desacreditar a una persona que quiera votar por Andrés Manuel López Obrador, pero tampoco al que votará por Enrique Peña Nieto o por Josefina Vázquez Mota. Sin embargo me asusta que el abstencionismo sea de más del 50%, que esos candidatos no le arranquen al ciudadano, las ganas de votar por ellos.

No acepto que me digan infantiladas e insultos por expresar lo anterior, o cuando hago notar las incoherencias de algún político, que no me gusta que las personas busquen que todo sea gratuito, amparándose en la “izquierda” mexicana, y por ello ponerme etiquetas, que son ridículas —Como muchos seguidores de Morena, que me dicen Panazi, oligarca, etcétera— o a lo absurdamente estúpido, diciendo que a mí me paga algún partido, activista o secta por decir lo que pienso.

Nunca, por una ideología política he denigrado, acosado y sobajado a nadie hasta cansarme. Y menos cohersionado a nadie para que deje de ser mi amigo, o deje de votar por quien su real y regalada gana le dé, ¡Porque eso se me hace tan infantil! Y espero que para las próximas elecciones del mes de julio, los seguidores de cualquier partido, eviten agredir, amenazar, atacar, lastimar o dañar a nadie. Tenemos derecho a tener diferencias políticas, ideológicas, pero ellas son sólo un aspecto, de los miles que tenemos.

Debemos entender que mientras se siga con ese tipo de interacción, seguiremos teniendo la Monarquía Democrática que tenemos. ¿Qué es una monarquía democrática? Los políticos que se perpetúan en el poder, cambiando de partidos, de cargos, de secretarías y chapulineando, ellos, sus hijos y ahora hasta los nietos, con tal de no perder el poder político. Y nosotros atacándonos, y desgraciándonos la credibilidad, cuando son ellos, los polìticos, no nosotros, el enemigo.

¿Qué hacer? 

Vota analizando las plataformas, al candidato y pregunta cómo lo van a lograr. Si ningún candidato te convence, no seas abstencionista, usa tu credencial como identificación, pero también como un instrumento para interesarte en que se escuche tu descontento. Es mejor votar por tu vecino, por tu abuelito, por ti mismo, o votar nulo, que no votar para nada. Y si haces esto último, tienes que andar atrás de tu legislador, de tu senador y que sepan, que los estás vigilando.

Por lo demás, no me agrada la gente que agrede porque políticamente se piensa diferente.

No me agrada la gente que agrede por que otra persona prefiere trabajar dignamente y no sangrar al gobierno, que a final de cuentas se maneja con dinero de los contribuyentes.

No, no estoy de acuerdo. No lo acepto. Es muy estúpido. Sobretodo porque a los políticos, no les interesamos un comino. Y la única opción que como ciudadanos tenemos, es, participar, interesarnos y actuar.

Para el político Mexicano, su Dios es el dinero y su amor es la impunidad.

miércoles, 11 de enero de 2012

Letanía para conseguir galán

En un día donde mi mood era totalmente depresivo, me senté, esperé y entonces, vino a mi la letanía que comparto -Y poco a poco se irá enriqueciendo-.

San Damián, que no sea patán.
San Alejo, que no sea pendejo.
San Vicente, que no sea impotente.
San Gamaliel, que no sea infiel.
San Amador, que sea bien trabajador.
San Herculano, que no sea un enano.
San Raymundo, que me lleve a conocer todo el mundo.
San Juventino, que se quede conmigo todo el camino.
San Gilberto, que no sea mamerto.
San Isidoro, que no sea codo.
San Isidoro, que no sea codo.
Santa Zita, que no la tenga chiquita.
San Cliserio, que con el compromiso sea serio.
San Silvino, que se aun caballero muy fino.
Santa Beatriz, que conmigo sea muy feliz.
San Godofredo, por favor que no sea feo.
San Javier, que le guste comer con G.
Santa Pilar, que me dé mucho dinero para gastar.
San Librado, que sea bien apasionado.
San Pomposo, que sea bien amoroso.
San Eleuterio, que no sea majadero.
San Nicanor, que no sea golpeador.
San Damián, que no sea un gañán.
Santa Lidia, que me tenga bien consentida.
San Federico, que no le apeste el océano!
San Simón, que sea bien tragón *así como yo comprendo* ok no!
San Ramón, que no sea cabrón.
San Romero, que sea soltero.
San Eleodoro, que no sea Pedorro.
Santa Sabina, que no consuma cocaína.
San Patricio que sea bueno pa'l fornicio.
San Fructuoso, que sea bien lujurioso.
San Nicanor que sea cumplidor.
San Federico, que tambien sea rico.
San Pedro Nonato, que no sea pazguato.

Nota: en cursiva están aportaciones de mis amigos tuiteros.

martes, 10 de enero de 2012

La devaluación de los héroes, la falta de ejemplos


Hace tres décadas los niños teníamos ejemplos sólidos, tanto de autoridad, educación y de buenas costumbres y con todo ello, se escuchaban historias que bien podrían haber sido leyendas urbanas. Nuestros héroes, que no eran dibujos animados, eran los cantantes, deportistas, artistas plásticos, literatos, payasos, magos y cualquier persona que gozaba de fama, se convertía en nuestro ejemplo, en un héroe. Y en ese tiempo al menos guardaba ese toque mágico, esa pauta ideal, que nos decía: “¡Por aquí!”.

En estos tiempos, en el que a los niños se les deben inculcar valores, buenos principios, todo está tan confuso, tan incongruente. Sí, alguien les dijo a los niños que tienen derechos, y afortunadamente eso detuvo mucho abuso contra los pequeños en éste país, y quizá en otros. Pero no todo son derechos, éstos implican las obligaciones, y ¿quién les inculca las obligaciones? ¿Qué hacen ahora, quienes se supone deben educar a los niños, quienes deben de ser sus guías?

Hoy los niños ven ejemplos en deportistas que por una razón u otra, son primera plana en cosas de mal gusto, en asesinatos algunos, en golpes a sus parejas; futbolistas que insultan, son promiscuos, secuestran; de luchadores vinculados con el crimen; artistas que se desnudan, dan shows de ebriedad y mala educación; criminales y narcotraficantes que acaparan las primeras planas de los diarios y revistas. Y un largo etcétera.

Como madre, eso es algo que me preocupa, pues, cómo le digo a mi hijo que eso está mal, que la prensa promueve criminales, que en la tele ya no hay esa distancia entre la violencia, la mala educación y los vicios de los héroes infantiles. Vaya, ni siquiera hay caricaturas o programas en los cuales, los niños puedan ver que hay cosas que no están bien, que no es correcto que sucedan.

Ya no existe un patrón, una guía que les sirva para entender qué está bien y qué está mal. ¿Cómo le pides a tu hijo que se porte bien, si su ídolo futbolista es un secuestrador? ¿Cómo le pides que respete, si en la serie de moda, lo que más se ve es la falta de respeto a los padres?; y si a esto le agregamos la ausencia paterna porque hay que trabajar, y entonces, por esas ausencias, la permisividad es total, entonces tenemos un niño o niña que hace lo que le venga en gana.

¿Le sumamos un poquito más? ¡Ok!... pero el papá que está ausente todo el día en el trabajo, le regala lo que quiere y le da la gana… Pero la mamá que había castigado al hijo porque no trabajó en la escuela, le pegó al amiguito… entonces se pelea el padre con la madre, pues es injusta y él no está con el niño y un largo etcétera en recriminaciones, que si tiene suerte el pequeño, los padres lo harán sin que los vea, y si no, la joda que le darán emocional al hijo se suma a todo lo que ya he dicho.

O cambiemos el panorama tradicional, el hijo que está todo el día en la escuela, llega la madre que se parte en diez todo el día para darle lo mejor a su hijo, y entonces para reponer su ausencia, le compra todo lo que el niño quiere, sin importar todo lo que ha hecho mal, sin corregirlo, sin compromisos, sin formación, sin límites, sin respeto.

O qué tal que hablamos de una familia disfuncional, un padre alcohólico, golpeador, abusador, agresor. Qué tal una madre alcohólica, drogadicta. O… ¡Alguien en este punto ya se ha dado cuenta de los monstruos que estamos engendrando y que serán verdugos de nuestra sociedad?

A mí me preocupa, me inquieta, me abruma pensar en todo esto. Me está costando trabajo educar y formar a mi hijo, me la paso tratando de contrarrestar lo que ve, lo que oye. Y no veo, y pocas veces leo en twitter, facebook, blogs, o medios de comunicación, que se interesen por este tema.

Y a veces creo, que tenemos mucho que hacer por los niños. 

sábado, 31 de diciembre de 2011

Cerrando el círculo llamado 2011


Fin de año… ya tengo las cartas a mis ángeles, ya tengo la veladora, ya limpié mi recámara, estoy guardando todo lo que saqué y tengo que empacar, ya puse el agua en el vaso que voy a aventar por la puerta, los papeles que voy a quemar en la hoguera personal del 31 ya están en la cubeta, las uvas en las copas con mis 12 deseos-metas ya pensados y meditados.

Y en esas reflexiones, de pronto pienso en que es un año más que se va, me empieza a estresar el hecho de que mientras más años almacenas en el expediente personal, más rápido pasa el tiempo, los ciclos se repiten cada vez más rápido y entonces te preguntas ¿Qué queda, qué hay además de la rutina, de lo cotidiano, de vivir con prisa, de resolver problemas, de tantas cosas que ocupan nuestra mente y tiempo? ¿Qué hay atrás del error, de la equivocación, de fallar en un proyecto, en un trabajo, en lo que sea que no nos deja dormir? ¡La culpa, la equivocación, la burla de los demás nos da la más cordial bienvenida a la pesadilla de terminar el año repasando nuestros errores, no para corregir, sino para recriminar!

Sí, ya se, nos sentimos mal por equivocarnos, y no nos damos cuenta que estamos haciendo algo; pesa sobre nosotros como la muerte misma, una equivocación, el hacer algo mal, como si nacieras con todas las habilidades del mundo, o como si fuésemos perfectos, y lo preferible fuera no hacer nada para no equivocarte, para no padecer a los demás. Y lo peor, lo grave, es que nadie te ha dicho que tienes el derecho sagrado a equivocarte, y de asumir las consecuencias, aceptarlo, y finalmente moverte a lo que sigue.

Sin embargo en esos momentos de calma, que se encuentran fácilmente en el caos, cuando callas todos los ruidos molestos, ves las nubes, el sol, la mariposa que pasa frente a ti, y caes en cuenta que, hay algo más grande que tu, más grande que tu pequeño mundo.

Es impresionante cómo se nos olvida vivir, en lo que resolvemos nuestros problemas, y nos perdemos tratando de encontrar respuestas donde no las hay, nos olvidamos de sonreír por estar sobreviviendo, nos olvidamos de agradecer lo que tenemos por estarnos defendiendo, pedimos mucho y damos lo mínimo, exigimos lo máximo y agradecemos tan poco.

¿Cuándo ofrecemos algo, gustosos de saber que tendremos una bendición extra en nuestro camino? ¿Cuándo es ese momento para ser justo con los que nos rodean sin cuestionarlo todo? ¿Cuándo dejaremos de culpar a Dios por todas nuestras decisiones y mejor aprendemos la lección?

Tantas cosas que, en este tipo de días en los que se cierran círculos, puedo pensar con un poco más de tranquilidad y concluir que, agradezco lo bueno, lo malo, lo que tuve, lo que no logré porque todo ello, en su conjunto y mirando hacia atrás, ha logrado moldearme en el ser humano que soy hoy. No soy perfecta, pero soy.

Este 31 de diciembre, en el que un año lleno de retos, emociones, tristezas, decepciones, llegadas, partidas y todo lo que en él queda, termina. Y en ese trance de iniciar el año y vivir al máximo todo, sin abreviar lo bueno, lo malo, lo bello, lo desagradable… todo… pido para todos y cada uno de ustedes, que en este año 2012, mientras transitan por la existencia cotidiana, tengan el gran regalo de encontrar la vida en su vida.

martes, 13 de diciembre de 2011

México, el gran país incongruente


México es una nación, como no creo exista otra en el mundo. Somos un mar de incongruencias, contradicciones, justificaciones y no logramos avanzar porque somos más chistosos que trabajadores, más astutos que dedicados, comodinos, convenencieros y más flojos que un oso hibernando.

De aquí desprendo una serie de reflexiones que, a veces, me dan escalofríos.

Y es que, mientras existan ciudadanos que sean "más vivos" que los jefes, empleados saqueen la papelería de la oficina para la escuela de sus hijos; veamos asuntos personales pagados por la empresa, llamadas extensas a nuestro ligue en turno pagadas por todos menos por nosotros, saquemos fotocopias de documentos personales con cargo a nuestra empresa u oficina, en nuestra vida cotidiana seamos miserables pero cuando son viáticos de la empresa, pedimos el platillo más caro; reclamemos corrupción en las instituciones, y si alguien muere por vándalos, pidamos que a la institución encargada de hacer velar la ley, se le juzgue y a quien disparó, cárcel.

En breve, pedimos que se haga justicia en el vecino y no en nosotros. ¿Qué tienen qué criticar a políticos, si ustedes son igual o peor que ellos? Lo que digo reiteradamente: hablan mal de ellos, porque no están en su lugar para hacer lo mismo. Los extremos son muy fáciles de tocar, la media es “el reto”.

Ser justo e imparcial, defender al inocente sobre el perverso, actuar correcta y congruentemente, por lo que leo y veo diario, es tan difícil.

A veces no entiendo hasta dónde somos parte del mismo circo del que nos quejamos... queremos un país justo, pero nos reímos... cuando nos burlamos del SAT y no pagamos impuestos; vemos al viejito al que se le caen unas monedas y en lugar de alcanzarlo y regresarle su dinero, nos lo guardamos y cuidamos de que nadie nos haya visto. Los jóvenes se guardan el cambio de lo que su madre les encargó, y cualquier orden que les den, sacan el chantaje emocional para que no les digan nada; si no obtienen algo, sólo porque lo quieren, no importa si lastiman a alguien, lo obtienen.

Como hijos somos unas pistolas al insultar a nuestros padres, al patear a un viejito, o a un ciego que pide limosna. ¿Qué valores le estamos enseñando a nuestros jóvenes? Intolerancia, egoísmo, obtener a como de lugar lo que quieren, no esforzarse... de verdad que ¿esa será la sociedad del futuro? No, no estoy de acuerdo.

Nos sentimos chingones, cuando le ponemos el cuerno a nuestra esposa; como mujeres nos atascamos la boca, al decirle bruja a la esposa del cuate del que decidimos ser amantes, sabiendo que no somos las únicas, ah ¡pero somos reinas en ese momento de fregonería!

Como sociedad, lavamos la conciencia tan marrana que tenemos, pisando a morir al que se equivoca, juzgando al que hace bien las cosas, culpando a todos, menos a nosotros mismos de nuestras desgracias. ¡El problema no es este hermoso país! Es su gente. Nuestra oportunidad de oro radica en que, siendo el gran problema, somos los únicos que podemos darle solución

¿Nos importa realmente, nos atrevemos a cambiar?

¡Muy buena pregunta!